La misión MESSENGER de la NASA ha revelado que Mercurio, el planeta más pequeño del sistema solar y el más cercano al sol, esconde un brillante secreto

El planeta más pequeño del sistema solar podría esconder un gran secreto. Utilizando datos de la nave espacial MESSENGER de la NASA, los científicos han determinado que bajo la corteza de Mercurio, el planeta más cercano al Sol, puede haber un manto de diamante de 15 kilómetros de espesor.

Mercurio ha intrigado durante mucho tiempo a los científicos, ya que posee muchas cualidades que no son comunes a otros planetas del sistema solar. Entre ellas se encuentran su superficie muy oscura, su núcleo extraordinariamente denso y el final prematuro de la era volcánica de Mercurio.

Mercurio es el planeta más pequeño de nuestro sistema solar y el más cercano al Sol, es sólo ligeramente mayor que la Luna de la Tierra. Las temperaturas de su superficie son extremadamente frías y calientes. Al estar tan cerca del Sol, las temperaturas diurnas pueden alcanzar los 430 °C. Sin una atmósfera que retenga el calor durante la noche, las temperaturas pueden descender hasta -180 °C.

Desde la superficie de Mercurio, el Sol parecería más de tres veces más grande que desde la Tierra, y la luz solar sería hasta siete veces más brillante. A pesar de su proximidad al Sol, Mercurio no es el planeta más caliente de nuestro sistema solar: ese título pertenece al cercano Venus, gracias a su densa atmósfera y el efecto invernadero.

Sin embargo, Mercurio es el planeta más rápido, ya que gira alrededor del Sol cada 88 días terrestres. Su superficie se asemeja a la de la Luna terrestre, marcada por numerosos cráteres de impacto resultantes de colisiones con meteoroides y cometas.

La primera nave espacial que visitó Mercurio fue la Mariner 10, que obtuvo imágenes del 45% de su superficie. La misión MESSENGER (MErcury Surface, Space ENvironment, GEochemistry, and Ranging) de la NASA pasó por Mercurio tres veces en 2008-2009 y orbitó el planeta de 2011 a 2015, cartografiando toda la superficie.

Esta misma nave ha encontrado otros enigmas, entre ellos manchas de grafito, un tipo (o «alótropo») de carbono, en la superficie del planeta. Estas manchas han llevado a los científicos a sugerir que en la historia temprana de Mercurio, el diminuto planeta tuvo un océano de magma rico en carbono. Este océano habría flotado hasta la superficie, creando las manchas de grafito y el tono oscuro de la superficie de Mercurio.

El mismo proceso habría conducido también a la formación de un manto rico en carbono bajo la superficie. El equipo que está detrás de estos hallazgos cree que este manto no es grafeno, como se sospechaba anteriormente, sino que está compuesto por otro alótropo del carbono mucho más precioso: el diamante.

«Calculamos que, dada la nueva estimación de la presión en el límite entre el manto y el núcleo, y sabiendo que Mercurio es un planeta rico en carbono, el mineral portador de carbono que se formaría en la interfaz entre el manto y el núcleo es el diamante y no el grafito», dijo a Space.com Olivier Namur, miembro del equipo y profesor asociado de la KU Leuven. «Nuestro estudio utiliza datos geofísicos recogidos por la nave espacial MESSENGER de la NASA».

Fuente: NASA