La imagen superior muestra a Einstein pintado por Picasso (que nos disculpe Picasso por lo por ahora rudimentario del resultado) según la inteligencia artificial Craiyon, antes DALL-E mini). Basta con escribir lo que uno quiere y esperar unos segundos parar que genere la imagen que deseamos
Craiyon, o DALL E mini, está disponible de forma gratuita para pintar a Einstein, o cualquier otra ocurrencia, como las que aparecen a lo largo de este reportaje.
Pero DALL-E no es un juego de niños. Diría que es como el Chupachups, solo la punta dulce de un iceberg que esconde lo bueno y lo malo de consumir su azúcar. Estamos ante una de las innumerables herramientas para construir fantasías que se propagan como esporas por el universo virtual. El Irrealismo está en auge. DALL E es solo un apunte.
La Relatividad que alborotó los cimientos
Einstein hizo su primera publicación sobre la Relatividad solo dos años antes de que Pablo Picasso pintara Las señoritas de Avignon, y el mismo año en el que se ha fijado oficialmente el nacimiento del arte de vanguardia, 1905.
En ese momento de la historia humana, hace más de 100 años, la palabra Relatividad se extendió de púlpitos a aldeas. Einstein rompió con todo. Sin obviar que la Segunda Guerra Mundial, con su siembra de bombas atómicas, hizo jirones cualquier certeza. Los filósofos, los poetas y los científicos recogieron la Relatividad como el gran concepto a partir del cual podríamos entender el Cosmos, y también el día a día. Todo fue relativo a partir del segundo en que Einstein destruyó el espacio y el tiempo como medidas estables y tangibles.
El eco de las teorías de Einstein empapó la cultura hasta que se hizo cotidiano. Decía Chartlon Heston en El Planeta de los simios (Fralkin Schaffner, 1968) :
«Llevamos 18 meses en el profundo espacio…mientras que la tierra ha envejecido 2.600 años».
En ese mismo tiempo mundano, en 1907, Picasso horadó como una tuneladora los límites del plano en un lienzo con Las Señoritas de Avignon. El punto único para observar una ilusión perfecta de la realidad, que desde el Renacimiento en adelante era el modo de ver el mundo, ya no tenía sentido. La realidad total y quieta había volado por los aires. Picasso nunca reconoció influencia de Einstein en su obra. Salvador Dalí sí lo hizo.
La ciencia, la sólida ciencia, descubrió que no puede dar respuestas a todo. «La ciencia está basada en la fe. Fe es creer que podemos entenderlo todo», decía Pedro Echenique en una entrevista para QUO.
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Sin embargo, a bordo del inagotable desasosiego, avanzamos. Avanzó la ciencia, la filosofía, el arte… Hasta hoy, cuando la realidad ya no es relativa, ahora ni siquiera existe. Nos adentramos en la nueva era del Irrealismo con total entrega.
Bienvenidos, fantasmas
El nuevo dorado, el progreso tecnológico, trajo internet y softwares libres. La irrupción de la tecnología invadió la música, el arte, el relato y el amor (suma y sigue). La nueva era, aún sin nombre, nos pone de frente que la vida es un Time line de incertidumbres. Las noticias falsas, los cientos de miles de habitantes indetectables de Twitter y otras redes sociales, que son robots, la inminente llegada del Metaverso, auguran un futuro en el que la irrealidad será plenamente consumida. Lo mejor es que no habrá que pensar en cómo vestirse.
La flexibilidad de la mente humana está acostumbrada a manejarse en la mentira, que quizá, como afirma el neurocientífico Manuel Martín-Loeches, «no importa tanto», así que sobreviviremos como habitantes de la Irrealidad. La memoria de nadie es perfecta.
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El desarrollo de la inteligencia artificial ya permite crear rostros de humanos que no existen sumamente realistas. Cualquiera de ellos podría ser nuestra hermana o nuestro primo, pero no son nadie, al menos de momento.
El mérito lo tiene NVIDIA y su tecnología StyleGAN, lanzada a finales de 2018, publicada como open source en febrero de 2019 y que se dio a conocer por la página This Person Does Not Exist. StyleGAN permite generar rostros humanos basándose en retratos reales y haciendo trabajar a su propia IA. Recientemente han levantado la mano para que puedan compartirse en redes sociales.
En este instante, los grandes softwares de inteligencia artificial que permiten crear fantasmas a golpe de clic están en la línea de salida, contenidos. Google y OpenAI ya han desarrollado modelos de IA para formar imágenes realistas basadas en lenguaje natural, (los textos creados por GPT-3 son ya indistinguibles de este que están leyendo). Tick Tock ya tiene un filtro con inteligencia artificial basada en el lenguaje para que compartamos nuestra irrealidad con los colegas.
Lo que está en stand by es crearlo todo, en vídeo, en foto, todo, con un realismo sin mácula.
La ciencia detrás del nuevo mundo: el gato que no está
Einstein permitió explicar el universo observable, pero mientras el físico alemán se convertía en una estrella, nacía un nuevo acercamiento a la concepción del universo que está tomando muchísimo peso: la mecánica cuántica.
Lo que ocurre con la mecánica cuántica y la física de partículas es que desbordan el límite de la imaginación humana. No nos cabe en la cabeza ni si siquiera lo más básico. Nos dicen los físicos de partículas que la nada no está vacía, que está muy llena y vivimos físicamente sumergidos en un popurrí incomprensible de partículas fantasma. A ver cómo digerimos esto.
El gato de Schrödinger es el experimento mental más popular de la mecánica cuántica, ideado por el físico austriaco-irlandés Erwin Schrödinger en 1935, durante el curso de discusiones con Albert Einstein. El escenario presenta un gato hipotético que puede estar simultáneamente dentro y fuera de la caja, un estado conocido como superposición cuántica, como resultado de estar vinculado a un evento subatómico aleatorio que puede ocurrir o no. Lo más alucinante de este relato es que el gato está o no en función de si lo miras.
Los gigantescos aceleradores de partículas, como el LHC, permiten asomarse mínimamente a lo más pequeño. Muones, neutrones, el boson de Higss… Nadie puede entender del todo que leyes las rigen pero sí que están presentes por miles de miles de millones en nuestro desayuno, nuestro páncreas, cualquier cosa.
Hay en marcha experimentos fascinantes, como NEXT, en el laboratorio subterráneo de Canfranc (Huesca), tratando de demostrar que el neutrino es su propia antipartícula, y esto podría explicar por qué hay algo y no nada en el universo.
“La astrofísica puede representarse con arte conceptual. La física de partículas solo puede concebirse desde el arte abstracto”, comenta Pilar Hernández Gamazo, física teórica, investigadora en la Universidad de Valencia y miembro del Consejo Asesor de Política Científica del CERN.
Ahora que ni siquiera el Big Bang existe
El Vaticano, y el Papa han dado por válido el Big bang como origen del universo, manteniendo la mano de Dios como detonadora de la máquina. Sin embargo, el Big bang está más cuestionado que nunca.
«No estamos seguros de que el universo comenzara con el Big bang», dice en una entrevista a SINC Iván Agulló, físico teórico de la Universidad Estatal de Luisiana (EE UU). No es el único que apunta la duda.
También está en duda que el universo se expanda, o que tenga límites, incluso que solo haya uno y no infinitos. Para poder explicar qué ocurre en ese conglomerado de objetos colosales, el más allá, se baraja incluso que puedan existir otras dimensiones, además de las cuatro (incluyendo el tiempo), en las que nos desplazamos.
La física teórica artículo publicado en The Conversation: «Admitamos humildemente antes de ir más allá que nuestros modelos disfrazan nuestra ignorancia haciéndola pasar por sabiduría».
escribió una frase conmovedora en unY así llegamos al vértigo cósmico
Las fotos del telescopio James Webb, esa mirada que se acaba de abrir al origen del universo, produce un nuevo síntoma social, permítanme llamarlo vértigo cósmico.
La primera fotografía presentada del telescopio, está mostrando una lente gravitacional, un cúmulo de galaxias que ha permitido observar lo que hay detrás: cientos, miles de galaxias situadas a 13 100 millones de años luz. Es difícil saber si en esta foto estamos viendo el pasado, el presente, o el futuro.
Pero lo más impresionante es que lo que se observa en esta foto es una mínima expresión del cosmos. Según explicaba la NASA, la minúscula porción del Universo que ha sido capaz de captar el James Webb es «del tamaño de un grano de arena sostenido en el dedo en un brazo extendido por alguien en el suelo».
Así que el universo observable se ha convertido en algo tan inabarcable que la palabra infinito se ha quedado ridículamente pequeña.
La Irrealidad es ya lo más real que tenemos. El arte, la música, la poesía, la filosofía juegan con esta nueva sensación de irrealidad absoluta que cuesta aceptar a una especie, Homo sapiens, que una vez creyó ser el centro del universo.