Foto: Annaïs Pascual

Vivimos en un mar de mentiras. Los bulos son como el plástico que ahoga los océanos en redes sociales y en todos los medios de comunicación. Por ejemplo: La OMS nos quiere matar recomendado que usemos mascarillas que harán que nos asfixiemos con nuestro propio aliento;  el Gobierno esconde test de coronavirus en almacenes secretos… Y, tomen nota, porque ¡el coronavirus no existe!

Cada cual que elija la mentira, el bulo, la fake news que más le haga reír (o llorar). Y,  que se prepare, porque se ha abierto la caja de Pandora y se ha llenado todo de mentiras de las gordas que no van a parar de llovernos encima como una tormenta de sapos.

La policía advierte que se han creado durante la pandemia más de mil cuentas en twitter y otras redes sociales cuyo claro objetivo es difundir información falsa, alterada y manipulada. Y ya a nadie le crece la nariz cuando miente.

¿Cómo vamos a vivir sin tener claro si lo que publica The Lancet (una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo) es verdadero o falso? ¿Qué vamos a decirle a nuestros hijos cuando mientan, si todo el mundo miente? ¿Y a nuestros amantes? ¿Y a nosotros mismos?

¿Acabará con nuestra salud mental no poder distinguir entre realidad y mentira?

Para dar respuesta a estas preguntas, en QUO.es hemos contactado con Manuel Martín-Loeches, catedrático de psicobiología de la Universidad Complutense de Madrid.

Martín-Loeches conoce cómo funciona la máquina de pensar del ser humano, al menos, en lo que se sabe a día de hoy. Manuel vive tranquilo, y comienza esta entrevista diciendo: “La mentira no importa tanto”

Manuel Martín-Loeches nos atiende en una entrevista vía Zoom. Aquí puedes ver la entrevista completa.

Permíteme frivolizar… ¿Elige tu mentira favorita de los nuevos tiempos?

“¡Qué difícil…! Hay muchísimas mentiras. Pero creo que una de las mejores es cuando Donald Trump dijo: “Voy a hacer grande a América”… América ya era grande, y seguirá siéndolo, pero desde luego no gracias a él. Con el coronavirus, me han parecido muy graciosas mentiras como que las antenas del 5G son la causa de la COVID-19, o que el virus no existe, y que está lanzado para  controlar a la gente. Pero también había grandes mentiras antes del coronavirus, como que La Tierra es plana, y tantas otras.

¿Nuestro cerebro está preparado para vivir sin saber distinguir entre mentira y verdad?

El cerebro humano está acostumbrado a vivir con la mentira. Funciona con medias verdades.

Explícame qué significa que funcionamos con medias verdades

Desde el punto de vista evolutivo, nuestro cerebro trabaja con información parcial, datos que coge de un sitio y de otro, y con ellos saca una conclusión.  Prácticamente todas las conclusiones que sacamos  no son del todo correctas. Esto es imprescindible para poder funcionar   Si necesitáramos siempre la verdad, con todos los datos, sería un enorme esfuerzo y el cerebro no tiene capacidad ni tiempo para hacerlo. Si desgranaras gran parte las creencias de todas las personas, te darías cuenta de que mayoritariamente son mentiras.

Leí como hipótesis que la mentira nació cuando los más débiles de la tribu tenían que esconder la comida para que no se la quitaran los más fuertes…

Muchos animales mienten. Hay aves que esconden la comida. Y cuando ven que otros las están observando, vuelven y la esconde en otro sitio. En los primates se da mucho.  Pero no estoy muy de acuerdo con esa hipótesis.

Nuestro cerebro es una máquina perfecta para descubrir las mentes de los demás, saber qué están pensando, para manipularles.

¿Y cuál es la tuya?

Los humanos mentimos para manipular las mentes de los otros. Es algo que se está estudiando mucho en antropología evolutiva. Nuestro cerebro es una máquina perfecta para descubrir las mentes de los demás, saber qué están pensando, para manipularles. Si sabes lo que otros tienen en la mente, les puedes llevar a tu terreno y obtener más recursos. No porque seas débil y quieras esconder lo poco que tienes (como el ejemplo que ponías en la pregunta),  sino porque quieres sacar algo de los demás en tu propio beneficio. De ahí que sea una herramienta muy usada por los líderes.

¿Los humanos somos los únicos que justificamos la mentira?

Sí, y lo hacemos porque tenemos lenguaje y nos piden explicaciones. Pero incluso nos justificamos a nosotros mismos. Cuando construimos una mentira, y nos pillan, damos mil y una razones para lo que hemos hecho, incluso, a veces, tenemos la justificación elaborada antes de que nos pregunten.  Muchas veces vivimos con justificaciones que encontramos después de nuestros actos. Por ejemplo: he dicho una mentira, y la defiendo a capa y espada, primero hacia mí mismo, y luego, si me piden explicaciones, doy esas razones y algunas más.

Todos,  en nuestro cerebro, en ciertas regiones de las zonas prefrontales, especialmente izquierda, tenemos un mecanismo que sirve para justificar toda nuestra conducta

¿Hay algún experimento que demuestre que esto que me cuentas es cierto?

Hay experimentos que demuestran que tomamos decisiones sin saber por qué las tomamos, y luego, una vez tomadas, empezamos a buscar razones para justificarlas, incluso cuando no las hay.  La inmensa cantidad de los procesos que nos llevan a mentir son inconscientes, y buscamos las razones después, justificaciones que nos sirvan a nosotros mismos.  Los investigadores llamaron a este fenómeno “El intérprete”. Todos,  en nuestro cerebro, en ciertas regiones de las zonas prefrontales, especialmente izquierda, tenemos un mecanismo que sirve para justificar toda nuestra conducta. Todo tiene una razón de ser, sepamos o no por qué.

El interprete que llevamos en nuestro cerebro tiene una misión, hacernos quedar bien

Y esto sirve para justificar todos nuestros actos

El cerebro lo justifica todo. Incluso por qué nos enamoramos de una persona. El interprete tiene una misión, hacernos quedar bien. Es decir, que nuestra estima por parte del grupo esté bien valorada. Tenemos que mostrar: Yo he actuado en consecuencia a mi moral, circunstancia, razón… Siempre hay una razón que justifica lo que he hecho, aunque esté muy mal… Solo algunas veces surgen argumentos como el de “No soy dueño de mí mismo”, pero pocas veces.

¿Luchamos entre lo que somos, una especie que miente, y lo que hemos establecido que es bueno, la honestidad?

La honestidad, como tantas otras reglas sociales, sirve para mejorar la convivencia del grupo, y el Interprete siempre busca la honestidad  en nuestro comportamiento, aunque a veces no lo se honesto, o no lo parezca. Si no lo parece, puedo activar una emoción, como la vergüenza o la culpa, me puedo arrepentir, o pedir perdón… Pero antes de eso, siempre trataremos de buscar una explicación que convierta nuestro comportamiento en algo honesto. El humano valora que no haya mentira, así que el interprete anda siempre buscando que todo encaje.

Desde muy pequeños convivimos con las mentiras

¿Se adapta el cerebro a mentir cada vez más?

Hay gente muy mentirosa. Los expertos dicen que mentimos de media dos veces al día, pero hay quien miente mucho más. Mentimos todos. Una mentira muy común está en las normas de educación, las mentiras piadosas o mentiras blancas son habituales. Si alguien ha cocinado algo que no te gusta, no se lo dices, le dices que está estupendo. Desde muy pequeños convivimos con las mentiras. Un famoso investigador en psicología, Gary Marcus, ponía este ejemplo: cuando le pides a tu hijo que le diga por teléfono a la abuela que la quiere mucho, el niño tiene que decir algo que quizá no siente. Así es como se va aprendiendo a no decir siempre la verdad, a veces por nuestros propios intereses. La adulación es frecuentemente una forma de mentira, y tantas otras cosas.

Entonces, ¿mentir no es ni malo ni bueno?

Lo malo es cuando la gente usa constantemente la mentira como manipulación, como una forma de obtener beneficios más allá de lo que la sociedad está dispuesta a admitir. Y la sociedad está dispuesta a admitir solo cierto nivel de mentira.

Aunque es vedad que el límite se puede sobrepasar, es ciertamente elástico, llega un momento en que se rompe la confianza

¿Cuál es el tope, cuántos bulos vamos a tragar hasta condenarlos?

La cuestión es que no se superen ciertos límites, en cuanto al tamaño de las mentiras y la cantidad. Si se superan, el sistema se regula solo. Igual que sabemos mentir, sabemos detectar las mentiras. Y llega un  momento, cuando son muy insistentes, en el que el ser humano se da cuenta y acaba ignorando o marginando a esas personas. Aunque es vedad que el límite se puede sobrepasar, es ciertamente elástico, llega un momento en que se rompe la confianza.

Pero nos cuesta saber quién miente

A veces nos cuesta detectar la mentira porque tenemos ciertos sesgos que lo dificultan, como el sesgo de veracidad. Pensamos que todo el mundo es honesto. Y solo cuando caes en la trampa varias veces acabas sospechando,  antes o después. Socialmente, pensando en la avalancha de mentiras de hoy, estos mecanismos se acabaran poniendo en marcha.

Entonces… Todo el mundo es honesto, y todo el mundo miente

Correctísimo. Así es, así lo veo yo, y funcionando así la especie humana ha llegado hasta aquí y sobrevivido a pandemias, y lo que nos echen. El sistema funciona.