La lagartija insectívora Acanthodactylus beershebensis, que vive en el desierto de Negev (Israel), cambia su conducta y dieta para no ser devorada. Es la conclusión de un experimento llevado a cabo por los investigadores Dror Hawlena, de la Universidad de Yale (EE UU), y de Valentín Pérez-Mellado, de la Universidad de Salamanca. Esta conducta podría darse en otras especies animales.
Según Pérez-Mellado, “cuando hay más presión de depredación, los individuos tienden a moverse menos, a capturar presas más móviles y de grupos algo diferentes. La dieta y la conducta de obtención del alimento de las lagartijas cambian de modo significativo cuando se incrementa experimentalmente la presión de depredación”.
El experimento para llegar a esta conclusión ha sido muy imaginativo. En una parcela de desierto se colocaron varios posaderos artificiales que facilitaban la llegada de alcaudones (pequeñas aves de presa que capturan lagartijas) que las detectaban desde posaderos elevados como árboles y arbustos. En otra parcela similar y cercana, no se colocaron estos posaderos, que se emplearon como control.
Redacción QUO
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