La ecolocalización o biosonar, es el sistema que permite que ciertos animales tengan una clara referencia de su entorno. El animal que posee esta capacidad, emite un sonido que rebota al encontrar un obstáculo. Este eco le permite deducir la distancia al objeto ( analizando el tiempo que tarda el eco en regresar), su posición en el espacio y, gracias a que el sonido llega con diferencias a cada oído, el animal puede también deducir el tamaño del objeto.
Esta capacidad, notable en murciélagos y algunos tipos de cetáceos, la poseen también algunas especies de aves, como el vencejo y hasta los seres humanos según descubrió un estudio de la Universidad de Alcalá de Henáres.
La ecolocalización es una habilidad adoptada de forma independiente por murciélagos y ballenas, pero, de acuerdo con una investigación de la Universidad de Michigan, los medios para conseguirla fueron los mismos.
La convergencia, el término evolutivo que explica la adquisición de habilidades o estructuras similares, pero en especies diferentes, rara vez se había visto, hasta ahora a niveles moleculares.
Aves y murciélagos, por ejemplo desarrollaron su capacidad de volar por separado. Y lo mismo sucede con los colmillos de morsas y elefantes.
Pero en el caso del biosonar es distinto.“Los diferentes mecanismos de ecolocación – asegura Jianzhi Zhang, profesor de ecología y biología evolutiva de la Universidad de Michigan – que evolucionaron de forma independiente en delfines y murciélagos tienen un mecanismo molecular subyacente parecido”, afirma .
La investigación se basa en el estudio de la proteína llamada prestina (presente en las células exteriores de la cóclea). Eta proteína desempeña el papel de amplificador en el oído de frecuencias concretas de sonidos. El equipo de Zhang buscó la presencia de prestina en 25 especies de mamíferos, la mayoría de los cuales utiliza la ecolocación.
Estos conocimientos le permitieron a los investigadores elaborar una suerte de árbol evolutivo que relacionara la prestina (y no el genoma) de cada animal para establecer la similitud que existía entre ellos. Fue de este modo como descubrieron que el delfín mular formaba parte del mismo grupo que los murciélagos, lejos de las ramas de sus primos evolutivos.
Juan Scaliter
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