En la caribeña Trinidad, una de las islas de Trinidad y Tobago, existe el mayor depósito de asfalto del mundo: el lago Brea, de unas 47 hectáreas (unos 45 campos de fútbol) y unos 80 metros de profundidad en el centro.
El lago fue descubierto en el siglo XVI por el explorador Sir Walter Raleigh, quien lo usó para calafatear su embarcación. Dos siglos más tarde también se utilizaría para asfaltar algunas zonas de Nueva York.
Pero en la actualidad podría allanar el camino para estudiar la vida en otros planetas. O mejor dicho, en las lunas de otros planetas, como Titán, satélite natural de Saturno.
Titán es el único cuerpo en nuestro sistema solar, aparte de la Tierra, con lagos líquidos, nubes y lluvia, características que les hacen pensar a los astrónomos que allí podría desarrollarse algún tipo de vida. Pero en lugar de agua, la luna más grande de Saturno está bañada por metano y etano, moléculas similares a las del asfalto.
Esto es lo que hace que el microbiólogo Steven Hallam de la Universidad de la Columbia Británica, en Vancouver, declare que “es lo más cerca que podemos estar de saber qué ocurre en Titán”.
Hallam junto a un equipo de investigación analizó diferentes muestras del Lago de la Brea para saber si había vida allí y encontraron una ingente comunidad de microorganismos que se alimentaban de hidrocarburos y desechaban metano. Pero analizar las muestras fue una tarea, valga la redundancia, titánica.
La textura aceitosa del asfalto hizo imposible la tarea de lavar las muestras, ya que el agua no se llevaba el asfalto para permitir que se analizaran el ADN de los organismos.
La única forma de resolver esto fue congelar las muestras de asfalto con nitrógeno líquido y luego transformarlas en un polvo que pudiera ser disuelto en una solución y de allí sí, extraer el ADN.
El equipo encontró muestras de unas 20 bacterias diferentes y nueve clases distintas de arqueas (microorganismos unicelulares). Por si esto fuera poco, la vida en este sitio, no solo resultó ser única en nuestro planeta, sino que también era diferente en las distintas regiones del lago.
Aparentemente, los organismos viven en una comunidad de colaboración bacterial en la cual un grupo de microbios come lo que otros excretan.
Juan Scaliter
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