Cómo surgió la vida? ¿Qué pasó exactamente para que algo inerte se convirtiera en el primer organismo vivo? A mediados de 2010, Craig Venter, uno de los padres del genoma humano, volvió a entusiasmar a la comunidad científica al anunciar la creación de la primera célula sintética. Aunque los expertos rápidamente aclararon que  su descubrimiento no suponía la creación de vida artificial, sí acercó la esperanza de resolver el enigma básico de la biología: dónde y cuándo empieza a nacer un organismo.
Al igual que Venter, muchos científicos trataron históricamente de dar una respuesta. Una de las más controvertidas fue la del biólogo francés Stéphane Leduc (1853–1939). Criticado y vilipendiado, especialmente por Louis Pasteur, abrió las puertas a la moderna biología. Leduc se dedicó a investigar las transformaciones que se producían en ciertas sales minerales cuando las sometía a procesos osmóticos en el laboratorio.

Las formas que obtenía eran bellísimas, y Leduc se aventuró a decir que eran el embrión de un organismo vivo. Ahora, dos químicos franceses, Richard-Emmanuel Eastes y Clovis Darrigan, han recreado su experimento con la ayuda del experto en macrofotografía Stéphane Querbes. Han partido de una solución base de silicato de sodio; en ella han introducido diferentes sales metálicas cristalizadas, como cloruro cálcico, sulfato de cobre, nitrato de níquel, cloruro de cobalto, sulfato de manganeso y cloruro de hierro.
La primera reacción es que alrededor de cada una de las sales metálicas se forma una burbuja recubierta de una delgada membrana semipermeable, que deja pasar el agua del exterior al interior. La burbuja crece hasta que se rompe por su parte superior y permite el nacimiento de otra burbuja. Las paredes laterales y otros restos, sin embargo, permanecen y son el origen de caprichosas columnas de formas y colores. El proceso se repite una y otra vez, y la acumulación ascendente de estos sedimentos de silicatos metálicos genera extrañas formaciones. Es esta parte del proceso la que Leduc asoció a la formación de células. Si se podía crear de forma espontánea una membrana semipermeable –pensó– también podría generarse otra que albergara los componentes de una célula.

La violenta reacción de los científicos de principios del siglo XX no se hizo esperar, y si Louis Pasteur, un encarnizado detractor de la generación espontánea, capitaneó el rechazo, otros, como el biólogo Alexandre Oparine, llegaron a decir que la semejanza entre el origen de la vida y los experimentos de Leduc era la misma que la que hay entre una persona viva y una estatua de mármol.
 “Leduc cedió al entusiasmo de la belleza del experimento”, dicen los dos científicos que ahora recrean sus teorías. “Debería haber comprobado los resultados antes de divulgarlos.” Encontrar el eslabón perdido entre los organismos vivos y las sustancias inorgánicas sigue siendo un enigma.

La punta del Iceberg

A partir del sulfato de cobre introducido en la solución de silicato de sodio comienzan a desarrollarse las estructuras.

Un bosque azul

En unos minutos, al introducir cristales de sulfato de cobre dentro de la «pecera» llena de una solución de silicato de sodio, comienzan a desarrolarse intrincadas formas.

Tecnicolor

Al introducir cloruro de cobalto en una solución de silicato de sodio aparecen estas bellísimas formaciones de color rosa.

Pura casualidad

Alrededor del cuello de la estructura cristalina de cloruro de cobalto se ha enrollado caprichosamente un filamento.

Al detalle

La macrofotografía permite distinguir con detalle las estructuras formadas por el cloruro de calcio y el silicato sódico.

El nacimiento

Así nacen las figuras de cloruro de cobre.

Desde el interior

En ciertas condiciones se ve la estructura interna de las formaciones creadas por las membranas semipermeables.

Para gustos…colores

El color de la formación lo da el cristal que se introduce en la solución, en este caso cloruro de hierro.

Vivir en una burbuja

Para una construcción rosa, se utiliza cloruro de cobalto.

Rarezas únicas

El color se puede determinar de modo bastante acertado, aunque nunca es exactamente igual entre dos muestras distintas.

La influencia del medio

Cuando la formación toca los bordes del acuario interacciona con este y crea nuevos patrones y colores.

Ver para creer

El cloruro de cromo da un tono verde azulado que varía de acuerdo a la concentración y cantidad de los cristales en la solución.

Cuestión de forma

Las formas, en este caso cloruro de hierro, son aún más caprichosas que los colores.

Como un caracol

Detalle de una formación creada con cloruro férrico. Lo más sorprendente es que parece moverse como un caracol.

En el aire

La presencia de burbujas de aire también altera la forma que desarrollan estos «diseños».

Jugando con la solución

La interacción entre dos soluciones con diferentes concentraciones y por lo tanto distintas densidad, puede producir extraños efectos.

Inténtalo en tu casa

Tú también puedes recrear el experimento de Leduc con productos comprados en cualquier tienda de suministros químicos. Pide 100 ml de una solución comercial de silicato de sodio y dilúyela con 200 ml de agua destilada. Échala en un recipiente de plexiglás de 10 cm de ancho por 15 de alto y déjala reposar durante unos minutos. Añádele a continuación unos cristales de sulfato de cobre, nitrato de níquel, cloruro de cobalto, manganeso y cloruro férrico, y verás cómo en apenas unos minutos empieza a “florecer” un bonito jardín químico.