La historia de la isla de Pascua, donde una civilización es responsable de su propia caída, encaja en nuestra visión actual del hombre como monstruo ecológico” asegura Carl Lipo, antropólogo de la Universidad de California y autor, junto a Terry Hunt, de la Universidad de Hawai, de un estudio que podría demostrar que todo lo que pensábamos que ocurrió en esta isla del Pacífico, no es cierto. Anteriormente, la cronología de Te Pito Kura, como se llama en lengua local esta isla, suponía lo siguiente: desde algún punto ignoto, llegaron los primeros habitantes entre el año 800 y el 1.000. Comenzaron a construir los magníficos moáis, y debido a que para su traslado necesitaban árboles, al poco tiempo, los ochocientos gigantes de la isla consumieron todas las reservas arbóreas provocando enormes hambrunas, sequías y una guerra feroz entre dos bandos. Los supervivientes fueron encontrados por los primeros occidentales en un estado lamentable. Pero la ciencia dice otra cosa. Comencemos por el principio. Erika Hagelberg, profesora de la Universidad de Oslo se sirvió de marcadores genéticos en los huesos humanos hallados en la isla y los comparó con marcadores de otros habitantes de la Polinesia. Y coinciden. Esto demuestra que el origen de la población se encuentra en otras islas del Pacífico. Es decir, ya se sabe de dónde llegaron (mal que le pese a Thor Heyerdhal, quien se empecinaba en afirmar que venían de Sudamérica), ahora solo queda saber cuándo. Hunt y Lipo realizaron durante tres años estudios con radiocarbono en depósitos estratificados en la playa de Anakena, demostrando que los primeros humanos llegaron cerca del 1.200. Y que no lo hicieron solos.
En sólo 15 años todos murieron
Investigaciones recientes también han demostrado que la rata del Pacífico (Rattus exulans), introducida por los colonizadores polinesios de otras islas, fue un factor determinante en la extinción de especies de aves y las deforestaciones de grandes extenciones de Hawai, otro archipiélago del Pacífico. En este sentido, las excavaciones en la isla de Pascua no dejan lugar a dudas: los esqueletos de ratas aparecen en la misma capa de sedimentos en la que se encuentran grandes cantidades de artefactos de obsidiana. No existen registros anteriores de la presencia de la rata del Pacífico. Terry Hunt, quien nos ha respondido desde Hawai, ha asegurado a Quo que fueron ellas las responsables del colapso ecológico de la isla. “Debido a la alta tasa de reproducción de estos animales, una sola pareja puede en poco más de tres años multiplicarse hasta llegar a 17 millones de individuos, pronto invadieron toda la isla y provocaron la desaparición de la palmera nativa, al comerse todas sus semillas.” Así, no fue el hombre quien provocó el tan mentado ecocidio pascuense. Pero sí fue quien causó la desaparición de la cultura local. El diario del capitán holandés Roggeveen, que descubrió la isla en las Pascuas de 1722, habla de un pueblo bien alimentado y de campos de patatas y azúcar. “El verdadero final de la cultura rapa nui –asegura Hunt– comenzó con la llegada de los colonizadores y las enfermedades, para las cuales los polinesios no tenían defensas”. Por si fuera poco luego llegó la esclavitud. En 1862 esclavistas de Perú secuestraron un tercio de la población, 1.500 personas, para trabajar en las minas de guano. De ellas sólo 15 regresaron con vida, pero con un cargamento letal: la viruela. En 15 años la población descendió de 3.000 a 111. Antes del siglo XX ya se había extinguido la cultura local. Y esto sí había sido causado por el hombre. Quizás ahora las voces científicas que señalaban la Isla de Pascua como una parábola del hombre como lobo del Planeta, hablen del hombre como lobo para el hombre. Y para toda una cultura.
Redacción QUO
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