Es única en todo el mundo. No existe ningún arácnido conocido que tenga una protuberancia como tal en su espalda. De ahí que resulte todo un misterio para los científicos que dieron con ella en Angola (África). Nunca había sido descrita con anterioridad, así que se trata de un hito insólito dentro de su campo de trabajo. La han apodado Ceratogyrus attonitifer y tal y como podéis ver en las imágenes, posee una especie de suave cuerno que le nace en la parte anterior de su cabeza y que se alarga por toda la espalda hasta el término de su cuerpo. Por el momento, desconocen el uso que tiene dentro de su hábitat, pero están deseosos de seguir investigando.
Esta tarántula apenas ocupa el tamaño de una mano y se alimenta de insectos. Pertenece a un grupo de arañas que reciben el nombre de babuinos, porque son muy peludas. Además, algunas de ellas suelen tener una especie de pequeños cuernos, pero nada que ver con la que os estamos presentando. Además, estos arácnidos son más pequeños en tamaño y esas protuberancias apenas tienen unos milímetros y son duras (como el exoesqueleto de un insecto). Por lo tanto, aunque puede tener ciertas similitudes, parece más bien un primo lejano de la familia.
A pesar de que ha sido un descubrimiento reciente, los pueblos indígenas conocen este arácnido desde hace tiempo y le llamaban «chandachully». Gracias a este conocimiento, los científicos han podido verificar información relacionada con la biología y el estilo de vida de estas tarántulas tan especiales (que por cierto no son venenosas para los seres humanos).
Este trabajo, publicado en la revista African invertebrates, es muy importante porque muestra que la familia de las arañas babuino es muy amplia y que su presencia está esparcida por un área muy amplia del país (unos 600 km). Estos primeros estudios se han hecho sobre ejemplares hembra, así que lo siguiente será estudiar a los machos con la idea de acabar de identificar la relación de la C. attonitifer con el resto de miembros de su género y lo que les hace tan diferentes.