El huevo de insecto más grande que se conoce es el del escarabajo barrenador Bolboleaus hiaticollis. Su ancho es aproximadamente la uña de un dedo meñique. El huevo más pequeño se atribuye a la avispa Platygaster vernalis y mide la mitad del ancho del cabello humano más delgado registrado.
Entre uno y otro, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard han encontrado ocho tamaños diferentes de huevos de insectos y una fascinante variedad de formas, suficientes para crear una base de datos de casi 10.500 descripciones de huevos de unas 6.700 especies de insectos. En un análisis separado, los investigadores determinaron uno de los factores que ayudan a explicar, al menos en parte, esta diversidad con la que han evolucionado es el lugar en el que los insectos ponen sus huevos, por ejemplo, en el agua o en los cuerpos de otras criaturas. La base de datos y el estudio se han publicado en Scientific Data y Nature, respectivamente.
Los huevos ofrecen una valiosa información sobre el proceso evolutivo y ecológico de la reproducción animal. Mary Stoddard, bióloga de la Universidad de Princeton, publicó en 2017 un trabajo similar con 1.400 especies de aves. Pudo captar más de 47.000 imágenes de huevos, a partir de las cuales fue encontrando un vínculo entre su forma y la capacidad del pájaro para volar. «Algunos huevos de insectos son esféricos o elípticos, pero otros se parecen a puntas de flecha o perros calientes».
Para compilar la base de datos de huevos de insectos, los investigadores desarrollaron programas de computadora que extrajeron las mediciones de los huevos del texto y las fotos en 1.756 publicaciones digitalizadas, y luego utilizaron las medidas para estimar los tamaños y formas de los huevos. Se incluyeron representantes de más de 500 familias de todas las órdenes de insectos.
La bióloga evolutiva y de desarrollo de la Universidad de Harvard, Cassandra Extavour, coautora de ambos artículos, dice que los huevos, al ser solo células individuales sin características complejas que podrían complicar las comparaciones, constituyen un gran punto de partida para estudiar cómo se desarrollan los insectos. En la imagen, el huevo de un escarabajo barrenador, a la izquierda, aproximadamente 800 millones de veces más grande que el una avispa parasitoide, a la derecha.
Según Samuel Church, biólogo evolutivo de la Universidad de Harvard, los más grandes tienden a depositarse en el suelo o bajo la hojarasca; los más pequeños en el agua o el interior de otro animal. Sus análisis filogenéticos y estadísticos han desbancado varias hipótesis anteriores, como la idea de que los huevos más grandes eran alargados para facilitar a la hembra su expulsión. El equipo considera que la clave está en el lugar de la puesta. “Los huevos colocados en o sobre el agua tienden a ser más pequeños y redondos, mientras que los que están dentro de otro animal tienden a ser más pequeños y asimétricos, con un extremo que llega a más de un punto que el otro. Los huevos depositados en el suelo o en la hojarasca tienden a ser más grandes”.