Cuando llega la hora de retirarse, la hembra de orangután tiene un curioso modo de advertírselo a su prole: rascándose. Y lo hace tan exageradamente que difícilmente el gesto puede pasar desapercibido. Investigadores de la Universidad de Zurich han sido testigos directos de ello. «Descubrimos que las madres orangutanes se rascan abiertamente para decirles a sus hijos que es hora de irse», dice Marlen Fröhlich, coautora de un estudio publicado en Biology Letters.
Según la investigadora, estos rasguños no se confunden con los causados por una simple picazón. “El ruido es bastante ostentoso, rítmico y áspero, ya que el cabello de los orangutanes es muy largo y su piel muy dura”. Para llegar a estas conclusiones, el equipo observó, entre septiembre de 2013 y febrero de 2014, 17 orangutanes de Sumatra. Cuatro madres y sus siete crías, además de tres machos y otras tres hembras jóvenes, todos ellos ubicados en el Parque Nacional Gunung Leuser, en el norte de Indonesia.
La primatóloga británica Jane Goodall describía así este tipo de comportamiento en una chimpancé en 1986: «Antes de saltar de un árbol, a menudo ella se detiene rascándose mientras mira a sus hijos. Esta es una señal, ya que usualmente corre hacia su madre, listo para bajar «.
Fröhlich reconoce que el estudio de estos primates es complicado porque pasan la mayor parte de su tiempo subidos a los árboles.«Todavía sabemos muy poco acerca de la comunicación de madre a hijos entre los orangutanes». Indica que toda precaución es poca en la observación para evitar la distracción de los machos que buscan apareamiento o la llamada de los depredadores.
Los orangutanes están en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una especie en peligro crítico. En los últimos veinte años, las poblaciones de orangutanes han perdido el 80% de su territorio y se han reducido a la mitad.