La antológica y trágica escena de la escena de la muerte de la madre de Bambi se repite, pero, en esta ocasión, en la vida real. Científicos de la Universidad de East Anglia (Reino Unido) han realizado una investigación con unas conclusiones dramáticas: Bambi debe morir. Según detalla el informe de los investigadores británicos, será necesario el sacrificio de más del 50% de la población de ciervos para mantener la especie bajo control.
Las conclusiones solo pueden aplicarse al ámbito local y a dos de las seis especies de ciervo que habitan en Reino Unido (Roe, nativa, y Muntjac, una adquisición bastante reciente e invasiva). No obstante, si extrapolásemos los datos a escala nacional y al resto de especies, la cifra de ciervos por sacrificar sería de alrededor de 750.000. Se trata, sin lugar a dudas, de una cifra alarmante.
Lo que no se tiene en cuenta es que el sacrificio de ciervos, de un modo u otro, ya se está produciendo de forma legal en todo el país. Si dando un paseo por los bosques del Reino Unido te encuentras una estructura metálica con aspecto desvencijado, unos cuatro metros de alto yuna silla en lo alto, se trata de un puesto de caza. La gente se sienta ahí arriba y espera hasta que Bambi se pone a tiro. Solo se necesita licencia de armas y el consentimiento del dueño del coto.
Pero la verdadera razón por la que es ridículo sobresaltarse es que, francamente, se trata de una obviedad. La población de ciervos en el Reino Unido (al igual que en Europa, EEUU, Australia y Japón) está aumentando de forma muy rápida por razones que no están del todo claras. Lo que sí está claro es que este aumento es una de las amenazas más serias para nuestros bosques. Dañan los árboles, devoran plantas, evitan que rebroten como es debido y dejan sin amparo a un buen número de aves en peligro, como los ruiseñores.
Al ser humano le encantan los ciervos. Son unos animales majestuosos, con esas cornamentas imponentes, que la cultura popular y cuentos como Bambi se han encargado de fijar en nuestros corazones. Pero también nos gustan los bosques, o al menos nos indignamos cuando amenazan con talar sus árboles con fines comerciales o para recalificar un terreno.
Pero ahora, en Gran Bretaña, se encuentran con un problema: es imposible protegerlo todo. Instalar vallas para detener el avance de los ciervos no sirve, porque cualquier barrera para ellos lo es también para otros animales, como los tejones y urogallos, que mueren atrapados en las cercas. Otra de las soluciones, la de disparar dardos anticonceptivos a las hembras, resulta claramente antinatural. Así que, amigos, por más que les duela, nuestros amigos británicos no parecen tener otro remedio que matar a Bambi. Por el bien del bosque y del resto de animales.
Redacción QUO
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