Sus últimos diez minutos se convirtieron en una vertiginosa inmersión en la ardiente atmósfera solar, donde estalló en pedazos y se desintegró. Por suerte, diversos observatorios solares registraron el final del cometa C/2011 N3 el pasado 6 de julio. Un nuevo método de análisis de sus datos, aplicado por un equipo encabezado Carolus Schrijver, del Centro de Tecnología Avanzada Lockheed Martin en Palo Alto (California), puede aportarnos valiosa información sobre la descomposición de este tipo de objetos, y también acerca de cómo se unieron las partículas de polvo y gas para dar lugar a cometas en las primeras fases del Sistema Solar.

C/2011 B, que viajaba a 650 km por segundo en sus últimos 100.000 km, formaba parte de la llamada familia Kreuzer de cometas, cuyas órbitas discurren muy cerca de nuestra estrella. Los investigadores calculan que se desintegró en más de un millón de toneladas de gas, que regresarían al Sistema Solar tras mezclarse con el viento solar.

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Pilar Gil Villar