La alta temperatura de la superficie del mar y el viento provocan una fuerte evaporación de agua oceánica, y con ello, una abundante nubosidad y precipitación que libera una gran cantidad de calor. Por ello, la presión atmosférica desciende, aumentando el viento y la evaporación, en un ciclo que finamente acaba en un huracán.
Los huracanes se forman normalmente en el Océano Atlántico, el Golfo de México, el Océano Índico, el Mar Caribe y el Océano Pacífico. España se encuentra fuera de su alcance, aunque sí puede sufrir fenómenos naturales similares, como tornados, o incluso la fuerza de fenómenos más inauditos en nuestro país, como el Vince, un ciclón de latitudes medias que afectó en forma de copiosas lluvias buena parte de la Península en 2005.
En cuanto a los nombres, desde 1953, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) denomina a los huracanes y otros fenómenos tormentosos destacables siguiendo una lista de veintiún nombres ordenados alfabéticamente según son detectados. Así, en 2008, tras Ike, Josephine ha llegado en forma de tormenta tropical, y le podrán seguir Kyle, Lili, Marco, Nana, Omar, Paloma, Rene, Sally, Teddy, Vicky y Wilfred.
Redacción QUO
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