El lince ibérico es una de las especies más amenazadas del planeta. En 2002 tan solo 200 de estos felinos vagaban por la península ibérica, hoy día lo hacen 300 ejemplares.
Gran parte de este mérito se debe al programa de conservación del lince ibérico, para el que ahora se ha revelado que los científicos contaron con la ayuda de un invitado inesperado: la garrapata.
Con frecuencia las hembras de lince que quedaban embarazadas por primera vez perdían a su cría debido a la inexperiencia y al estrés. Así que los científicos trataron de localizar a los ejemplares en cinta del programa para poder controlar su embarazo. El problema era que necesitaban muestras de sangre, y ésto podía provocar más estrés y abortos.
A Christian Voigt, un biólogo del Instituto Leibniz para el Zoo de Berlín, se le ocurrió una magnífica idea, sustituir la jeringuilla tradicional por garrapatas. Estos insectos succionan la sangre de una forma casi imperceptible, y al ser más grandes que los mosquitos recogen más sangre y son más fáciles de manejar.
Para conseguir las muestras hicieron unas «alfombras» de corcho con agujeros en las que los linces en cautividad se tumbaban. En los agujeros estaban las garrapatas. Cuando un lince descansaba en una de estas zonas, los insectos aprovechaban para succionar su sangre. Después, se analizaba la sangre de lince que contenía la garrapata.
Este sistema ha estado en funcionamiento hasta que se desarrollaron los test de embarazo fecales, que son los que se usan en la actualidad.
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