La Costa de la Muerte, en Galicia, es un lugar con un sabor casi mágico. Y esa sensación se hace aún más grande en esta época del año (y también durante la primavera), ya que es el lugar de Europa dónde el sol se pone más tarde. Concretamente, el fenómeno se produce en el Cabo de Touriñán, cerca de la localidad de Muxía, aunque quien quiera ser testigo de cómo desaparece el último rayo solar tendrá que ir allí antes del 23 de septiembre, que será el último día en el que pueda apreciarse el fenómeno. A partir de ese momento, y hasta la siguiente primavera, el privilegio de contemplar la última puesta solar europea se trasladará a Portugal.
¿Pero a qué se debe esta alternancia? Pues al hecho de que el eje de rotación de la Tierra varía su posición relativa con respecto al Sol a lo largo del año. Ese eje alcanza su mayor inclinación a partir del equinoccio de primavera, momento en el que hemisferio norte del planeta, comienza a recibir más luz solar que el hemisferio sur. Y es precisamente a partir del equinoccio de primavera, cuando Touriñán se convierte, por primera vez en el año, en el último lugar del continente europeo en despedir la luz del sol. Un honor que acapara hasta, aproximadamente, el 27 de abril. A partir de ese momento, se lo arrebatan dos rincones de noruega. Primero, localidadde Vardetangen y, luego, el cabo Nordkinn, donde se vive un día permanete sin que anochezca, desde el 11 de mayor hasta el 31 de julio. Luego, la noche vuelve a ganar prograsivamente terreno en suelo nórdico, lo que provoca que, desde el 13 de agosto hasta finales de septiembre, el Cabo de Touriñán vuelva a ser el escenario de la última puesta de sol europea.
Desde octubre y hasta la llegada del equinoccio de primavera, la última puesta de sol se irá desplazando hacia el sur, y se producirá de forma alterna en dos lugares de la costa portuguesa, el Cabo de Roca y Sagres. Después, volverá a inicarse el ciclo.
Los antiguos romanos ya eran cosncientes de este fenómeno y, de hecho, el general Décimo Junio Bruto, apodado el galaico, describió en sus crónicas el éxtasis que le produjo contemplar una hermosa puesta de sol veraniega en tierras gallegas, muy cerca del cabo de Touriñán. De hecho, los propios romanos construyeron el llamado sendero de Jano, que nacía en el templo de Venus Pyrinea, cerca del Cabo Creus, y acababa precisamente, en Touriñán.
Redacción QUO
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