En cuanto termina con la golosina, se zampa también la bola de esperma (espermatóforo), lo que da por terminada la fecundación. Se sabe que cuanto más grande es el grillo, más pesado es el regalo y, por tanto, más cantidad de espermatozoides tienen oportunidad de fecundar a la hembra. Pero este regalo podría tener otra función.
Un equipo internacional de investigadores lo ha analizado y, según publican en PLOS One, está compuesto por una serie de proteínas en teoría capaces de modificar el comportamiento de la hembra. Apuntan que, al comerla, disminuye su disposición a encuentros íntimos con otros machos, lo que garantiza la paternidad a quien le dio el obsequio. Pero tendrán que verificarlo aún.
LOS DATOS:
Redacción QUO
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