Los estudios antropológicos aseguran que la sonrisa puede tener diferentes significados, desde la sumisión, hasta la agresividad o el placer, pero un nuevo estudio, publicado en PlosOne, señala que en la raíz evolutiva de este gesto que consideramos tan humano se encuentra nada más y nada menos que la seducción.
Los mamíferos tenemos tres tipos de piezas dentales principales, los incisivos, al frente, los molares en las mejillas y los colmillos o caninos, separando los dos anteriores. Esta división ocurrió unos 300 millones de años atrás, cuando nuestros ancestros todavía eran reptiles: los terápsidos, de los cuales se cree descienden los mamíferos. Estos animales tenían un juego de importantes caninos pero no los usaban para cazar o resultar amenazantes, sino como un recurso de atracción hacia el sexo opuesto.Vestigios de esto se pueden ver actualmente en especies como las morsas o los muntíacos (similares a los ciervos). Pero, ¿cómo saber si los ancestros de los mamíferos también recurrían a la sonrisa como seducción?
Para responder a esta pregunta, un grupo de paleontólogos de la Universidad de Witwatersrand, la escuela de Ciencias Anatómicas de Johanesburgo y la Instalación Europea de Radiación Sincrotrón (ESRF por sus siglas en inglés), utilizaron técnicas como rayos X computarizados y microtomografías para analizar el fósil de un Choerosaurus dejageri, un antepasado de los mamíferos que vivió 260 millones de años atrás. De acuerdo con Julien Benoit, líder del equipo y autor principal del estudio, “solo se conoce un cráneo del Choerosaurus y es el único de los euteriodontes con dos protuberancias simétricas en la mandíbula. Creemos que el propósito de estos bultos era para el combate entre miembros de la misma especie o como herramienta de exhibición sexual”.
Los análisis efectuados sobre el cráneo mostraron que se trata de una estructura demasiado débil para ser útil en combate. A esto se le suma que la región maxilar estaba muy irrigada, también incompatible con la lucha y más vinculada a conductas de exhibición. “Las protuberancias del Choerosaurus – explica Benoit en un comunicado de la universidad – son las primeras evidencias de estructuras dedicadas exclusivamente a atraer al género opuesto. El fósil muestra que este tipo de conducta, mostrar los dientes, era una parte fundamental de la evolución de los antepasados de los mamíferos y que se remonta al menos a 300 millones de años atrás”.
Juan Scaliter
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