No los encontrarás en el cartel de ofertas de la agencia de viajes.
Probablemente, nunca se te habría ocurrido moverte del sillón por una cosa así. Pero hay quien está dispuesto a recorrer miles de kilómetros para ver cómo se oscurece el sol, contemplar un rubí o escuchar el canto territorial de un ave determinada.
No se trata solo de otras formas de viajar, sino de opciones para explorar el mundo que nos rodea, mirándolo desde ángulos poco habituales, poco transitados por los guías de paraguas en alto.
Algunas esconden tras una apariencia más o menos estrambótica una oportunidad para ampliar conocimientos, en una privilegiada convivencia con expertos.
Otras suponen un sencillo camino para encontrar el respeto a la naturaleza, y otras, una afición curiosa y satisfactoria. Quizá, después de leer esto, decidas hacer cambios en tu agenda.
Redacción QUO
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