Existe un árbol, más específicamente la acacia Faidherbia albida, cuyos hábitos de crecimiento son únicos dentro del mundo vegetal y podría ser la solución a la desertificación del suelo africano.
Esta acacia, conocida en swahili como Mgunga, podría limitar el uso de fertilizantes, proveer alimento para el ganado, madera para la construcción y la calefacción, es una fuente de medicina y también controla la erosión del terreno. Su capacidad de adaptación, desde los suelos del desierto a las selvas tropicales también es otra ventaja.
De acuerdo con Dennis Garrity del Centro Mundial Agroforestal “el futuro de las granjas está en los árboles. Plantar la especie correcta en el lugar adecuado tiene el potencial de ralentizar el cambio climático, alimentar más gente y proteger el medio ambiente”.
Los suelos de cultivo africanos están muy degradados y los granjeros locales utilizan en promedio sólo un 10% de los nutrientes que se usan en el resto del planeta. Por esto es tan importante encontrar una alternativa económica que permita incrementar la productividad del suelo africano.
La Faidherbia tiene un ciclo fenológico inverso en sus hojas (la fenología la ciencia que estudia la relación entre los factores climáticos y los ciclos de los seres vivos). Por ello el árbol derrama sus hojas ricas en nitrógeno durante la estación de las lluvias, cuando las semillas necesitan el nitrógeno e “hiberna” durante la estación seca, guardando el alimento para sus propias hojas, al mismo tiempo que las cosechas están inactivas. Así esta acacia no compite en ningún aspecto por los nutrientes del suelo con las cosechas y al mismo tiempo constituye una fuente de alimento para el ganado cuando el resto de los árboles ya tienen sus hojas secas.
En Malawi, por ejemplo, las cosechas de maíz se han incrementado en un 280% en la zona de influencia de estos árboles. En Zambia, suelos en los que no se han usado fertilizantes han dado una cosecha de más de 4 toneladas por hectárea si estaban próximos a la acacia Faidherbia y de sólo 1,3 toneladas si no estaban tan cerca. Un crecimiento similar se ha demostrado en otros cultivos (como el algodón) y en otras regiones, como Etiopía, África occidental y la India.
Redacción QUO
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