Desde que Rachel Carson publicó en1962 su Primavera silenciosa, considerada como el hito inicial del ecologismo, se ha prohibido el uso del asbesto, hemos librado de la extinción al panda gigante, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) ha declarado protegido un octavo de la superficie del planeta, hemos aprendido a reciclar y tenemos nueve veces más energía eólica que hace diez años. Pero sobre todo, la preocupación por el medio ambiente ha entrado en el vocabulario cotidiano, en los programas electorales y la estrategia empresarial. Queda mucho, pero hemos recorrido parte del camino.
Eln 1999, los habitantes de la Mata Atlántica, en Brasil, habían perdido el 90% de su selva a causa de la deforestación. Hoy, son ellos mismos quienes plantan semilleros, cuidan brotes y trasplantan al bosque ejemplares jóvenes de árboles autóctonos.
Además de devolver su esplendor a un 26% de la superficie devastada, las múltiples iniciativas de Gobierno, universidades y ONG han conseguido que los proyectos de conservación se conviertan en una incipiente alternativa económica para la zona, cercana a las mayores ciudades del país, como Salvador de Bahía, Río de Janeiro y São Paulo.
Las nuevas actividades de turismo sostenible y la oferta de créditos de carbono por reforestación, por ejemplo, contribuyen a mejorar los ingresos verdes. Y además, rescatan a numerosas especies del peligro de extinción. El mono tití león solo contaba con unos cientos de ejemplares en la década de 1970. Pero la mejora del hábitat y la introducción de ejemplares desde varios zoos de todo el mundo los ha convertido en 1.700.
Londres, con la cara lavada
Los habitantes de Reino Unido pueden respirar más tranquilos que hace 30 años. La presencia de metales pesados (como el cobre, el hierro y el plomo) en el aire de las principales ciudades había caído un 70% hasta 2008, según un estudio del National Physical Laboratory. La mejora se debe a medidas como la eliminación del plomo de la gasolina, el cierre de centrales eléctricas de carbón y la sustitución de chimeneas por calefacción central.
Florecer sobre un vertedero
¿Imaginas un vergel en una planta de residuos? En la de Pulau Semanaku, en Singapur, se organizan excursiones para avistar aves y admirar erizos y estrellas de mar, corales, pulpos y un sinfín de coloridos peces. Todo ello gracias a la innovadora visión de las Autoridades cuando decidieron convertir la isla en un enorme basurero, porque en 1999 ya se habían quedado sin espacio para los desechos en tierra firme.
Tras las obras, replantaron 13 ha de manglares y tuvieron en cuenta criterios de protección medioambiental para diseñar las instalaciones, por lo que el aire y el agua siguen siendo limpios.
Los grandes cargueros cumplen con el CO2
Obligar a sus cargueros a reducir la velocidad en alta mar no parece lógico para la mayor empresa de transporte de mercancías del mundo. Pero la danesa Maersk Line lo ha hecho, además de incorporar tecnologías con mayor eficiencia energética.
Con esas medidas ha reducido sus emisiones de CO2 en un 25% respecto a 2007, un objetivo que deseaba conseguir en 2020. Animados por el logro, han prometido un 40% para 2020.
La pesca comercial suponía un 25% de los ingresos de las Islas Fénix, en el Pacífico Sur. Sin embargo, el científico Gregory S. Stone consiguió que el Gobierno la prohibiera, como único medio para que se recuperaran los arrecifes de coral devastados por un brote demasiado largo de El Niño en 2003.
Consiguió fondos internacionales para abonar a las islas la suma “perdida”, y en 2011 los corales recobraban su esplendor. Historias similares de rápida regeneración se han producido en la isla Keppel (Australia), y frente a la costa de Tanzania.
Hace cinco años abrió sus puertas una auténtica fortaleza excavada en las entrañas heladas de Svalvard, en el Ártico. En las tres cámaras, al final de un túnel de 100 metros, se extreman las medidas de seguridad en torno a sus huéspedes: guisantes, maíz, arroz, sorgo… semillas de cualquier lugar del mundo. Cuantas más variedades, mejor. Así se pretende conservar la diversidad genética de los cultivos del planeta y garantizar que seguirán alimentando a las generaciones futuras.
Todos a una: a limpiar el río más sucio
En 1969, el río Nashua, que discurre por los estados de New Hampshire y Massachusetts (EEUU), estaba tan contaminado que llegó a incendiarse en un par de ocasiones. Hasta que el ama de casa Marion Stoddart se propuso limpiarlo. Inició una movilización ciudadana que consiguió promover cambios en la legislación y forzar a la Administración a aportar los fondos que había prometido una y otra vez. Treinta años después, muchas zonas del río eran aptas para el baño, y hoy se encuentran en él varias zonas recreativas.
Contra el chapapote: una ración de hongos
Cuando el carguero Cosco Busan chocó contra el pilar de un puente y derramó 230.000 litros de petróleo en la Bahía de San Francisco en noviembre de 2007, nadie imaginó buscar un detergente en… las setas. Excepto el micólogo Paul Stamets, cuya empresa Fungi Perfecti se asoció con la organización Matter of Trust para poner en manos de autoridades y voluntarios bayetas y enormes cilindros repletos de hongos. Como hacen con las raíces de árboles, sus micelios “digirieron” los enlaces entre moléculas del combustible y limpiaron el vertido.