Tienen aparato digestivo, respiratorio… pero son los únicos animales que carecen de un sistema nervioso.
Hasta 1765 se consideraron plantas. Ese año el británico John Ellis descubrió la existencia de corrientes internas de agua que les servían para filtrar el alimento y fueron reconocidas como animales.
Las esponjas pueden convertirse en hogar de hasta 1.600 seres vivos distintos. En la imagen, una colonia de tunicados crece en una Pycnoclavella detorta, que habita los mares de Indonesia.
La esponja tubular (Aplysina archeri) puede llegar hasta casi los dos metros de alto.
Las larvas de Clathria sp. suben a la superficie marina en su primer día. Luego descienden y se anclan para convertirse en adultas.
Inquilina habitual de los mares cálidos, Latrunculia brevis es capaz de sobrevivir en los mares antárticos.
Se ha decectado la presencia de actinobacterias (muy usadas en la industria farmacéutica) en ejemplares de Cinachyra sp.
La esponja tubular puede reproducirse sexual o asexualmente.
La Matusalén de los mares
Conocida como la secuoya de los océanos, Xestospongia sp. puede vivir 2.000 años.
Los fósiles más antiguos datan de hace casi 750 millones de años.
Las esponjas pueden albergar cientos de especies diferentes, como los tunicados de la imagen.
Así se ve el interior de una esponja gracias a un microscopio SEM.
Un gobio, especie de pez que se camufla con su entorno para sorprender presas, se mimetiza con una esponja amarilla en el Caribe.
En la reproducción sexual, las esponjas lanzan miles de huevos para que otras congéneres los capturen y fertilicen en su interior hasta que sean larvas.
Una ilustración de Euplectella aspergillum, que se caracteriza por su esqueleto vítreo de intrincados diseños. Prefiere las aguas profundas y llega a establecerse a 2.000 metros bajo la superficie.