No hay nada de malo en mirar, pero no digas que solo has entrado para eso si decides franquear el umbral de una joyería. Te morirías de vergüenza, y no hay razón para pasarlo mal. En este escaparate puedes ver las piedras preciosas más exclusivas sin que nadie te molest
El contraste del ópalo negro recuerda a las estrellas del cielo nocturno… en su versión psicodélica. Pero no es cosa de hippies. La piedra de la fotografía, de 306 quilates, se puso a la venta en 2013 con un precio de salida de 2,6 millones de euros.
La tanzanita es una inversión millonaria. Esta variedad azulada de un mineral llamado zoisita solo se ha encontrado en una pequeña zona del mundo, a los pies del monte Kilimanjaro (Tanzania). Su popularidad ha crecido a empujones, los que le ha dado la famosa joyería neoyorquina Tiffani & Co. Si puedes hacerte con una, no lo dudes; su valor no puede más que dispararse cuando se agote el filón.
Foto: GETTY/HMI
El mar Caribe, en el anillo
El turquesa este mar ha impregnado la esencia de esta variedad de pectolita, conocida como larimar. No es un nombre corriente para un mineral, y es que no tuvo un bautizo normal: su apelativo es una composición de la primera sílaba de Larissa, un nombre de mujer, y la única de mar, en relación a las aguas de la República Dominicana. Solo se extrae en este país.
Foto: Wikimedia Commons
La gema oficial de California
Esta piedra preciosa fue nombrada representante del estado norteamericano, en 1985, porque es el único lugar donde puede ser extraída. Paradójicamente, hace diez años se dejó de sacar de la ribera del río San Benito, lo que aumentó su valor. Su azul profundo brilla fluorescente cuando se ilumina con una lámpara ultravioleta.
La hija única, destronada
Durante muchos años, solo existió un ejemplar de painita en todo el mundo. Eso le valió para ocupar un puesto de honor en el Museo Británico de Londres que duró lo que las nuevas piedras tardaron en salir a la luz. El proceso fue lento: en 2004 aún había menos de dos docenas de ejemplares. Actualmente, las minas de Birmania ya han parido más de mil.
Foto: Lavinsy/Wikimedia
Premio en una caja sorpresa
Cuando el Conde Edward Charles Richard Taaffe compró una caja de piedras finas en Dublín, en los años 40, no podía pensar que su adquisición tenía premio. Parece que el gemólogo estaba más preparado que el joyero que se la vendió, porque detectó que una de las piedras no reaccionaba a la luz igual que las demás. Sí, era una nueva piedra preciosa. En efecto, bautizada en su honor con el nombre taafeíta.
Foto: G-Empire The World of Gems/Wikicommons
La turmalina de Paraiba es una piedra rara. No tiene el color negruzco que suele tener este mineral, sino más bien un raro tono turquesa, la bella aportación del cobre a su composición química. La tierra solo obsequia a los mineros con una de estas piedras por cada 10.000 diamantes.
Foto: G-Empire The World of Gems/Wikicommons
Azul verdosa a la luz del sol y roja, algo violeta, con iluminación artificial. Estos cambios de color definen a la alejandrita, que fue bautizada en honor al zar Alejandro II. No suelen encontrarse piedras mayores a un quilate, por eso si te hace con una no dudes de que te ha tocado la lotería.