NATURALEZA

Un tiburón de hace 180 millones de años, fosilizado mientras se comía un calamar

Un equipo de paleontólogos ha analizado un fósil con tres especies marinas del jurásico en el momento de comerse unas a otras

A lo largo de muchos años, los paleontólogos han descubierto fósiles de criaturas que llevaban a cabo alguna actividad en el momento preciso de su muerte. Una de estas actividades muestra depredadores capturando a sus presas.

Un equipo de paleontólogos de diferentes instituciones alemanas, suizas y luxemburgueses sugiere nombrar a este tipo de fósiles como «pabulita» (pabulite). Según definen en el estudio publicado en la revista Swiss Journal of Palaeontology, una «pabulita» muestra los restos de organismos que presentan huellas de depredación pero no llegaron a entrar en el aparato digestivo de su depredador.

Una «pabulita» muestra los restos de organismos que presentan huellas de depredación pero aún no están dentro del depredador

Para describir este término, los investigadores han documentado una «pabulita» descubierta en 1970 en la que un tiburón del Jurásico temprano se alimentaba de una belemnitida, una especie de calamar con esqueleto interno y diez brazos. A la vez, este calamar estaba devorando un crustáceo, en un baile de vida y muerte atrapado en la piedra.

Fósiles con más de un organismo

Los yacimientos ricos en fósiles, ya sea por su abundancia o por su buen estado de conservación, se conocen en paleontología como Lagerstätte, por la palabra alemana para yacimiento.

Uno de estos lugares se encuentra en la cantera actualmente abandonada de Gonser en Ohmden, Alemania, donde se halló la placa de piedra con los tres animales marinos. Esta placa se extrajo de Posidonia Shale, una formación geológica del Jurásico temprano que se encuentra entre Alemania, Suiza, Austria, Luxemburgo y los Paises Bajos, y destaca por contar con especies de peces y reptiles fosilizados en muy buen estado.

Partes de la belemnitida que conforman el fósil. Los números 1,2,7 y 8 muestran los brazos completos del molusco (su parte blanda). En color rojo se muestra su presa. Fuente: Springer

Encontrar en estos yacimientos restos fosilizados de alimentos de diferentes animales proporciona información valiosa sobre los vínculos existentes en las redes alimentarias en un periodo concreto.

Algunos tipos de estos restos son, por ejemplo, el «coprolito», como se designa a las heces fosilizadas de animales, o el «regurgitalito», los restos fosilizados del contenido del estómago de un animal.

Las pabulitas muestran detalles de la alimentación pasada que son invisibles de otro modo

El término «pabulita», de las palabras latinas pabulum (alimento) y la palabra griega lithos (piedra), es precisamente lo contrario a este último. Según los investigadores, este tipo de fósiles tienen un gran potencial para informar sobre la depredación, así como de detalles anatómicos, que de otro modo son invisibles.

El tiburón que murió de indigestión

Las belemnitidas forman parte de la familia de moluscos cefalópodos, como las sepias o los calamares. En concreto, la de la placa investigada sostiene restos de un crustáceo en su brazo y muestra daños indicativos de la depredación por un animal más grande. Según el estudio, las belemnitidas eran presa preferida de vertebrados como los tiburones o los peces lagarto.

Existen pruebas directas de consumo de estos moluscos por parte de tiburones hibodóntidos, una especie del Jurásico extinta que presentaba una dentadura diferente a la de los tiburones modernos. En el Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart, en Alemania, se expone un fósil de esta especie de tiburón que falleció por el excesivo consumo de belemnitidas mal digeridas.

Fósil del tiburón Hybodus hauffianus, actualmente extinto. En la imagen de la derecha se puede observar en gris claro un cúmulo de esqueletos de belemnitida. Fuente: Staatliches Museum für Naturkunde in Stuttgart

Sin embargo, otros fósiles hallados en Alemania muestran que este tipo de consumo de belemnitidas no era el habitual. Al parecer, los depredadores aprendieron que el esqueleto del animal era duro y, por lo tanto, mordían únicamente sus partes blandas. Esta práctica se observa en el fósil hallado en 1970, que contiene el esqueleto interno, o rostrum, de la belemnitida completo. De hecho, este fósil de belemnitida es uno de los mejor conservados en la actualidad.

Por otro lado, los investigadores consideran que el crustáceo del que se alimentaba el molusco era realmente una exuvia, la cubierta exterior que abandona un artrópodo, como una langosta o un cangrejo, tras la muda. De este modo, la belemnitida, con la piel del crustáceo aún en la boca, habría fallecido por un mordisco letal que la llevó al fondo del mar, dejando una increíble huella para la posterioridad.

REFERENCIAS

Fossilized leftover falls as sources of palaeoecological data: a ‘pabulite’ comprising a crustacean, a belemnite and a vertebrate from the Early Jurassic Posidonia Shale 

Estela Torres

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