Las cosechas actuales no soportarán el calor. ¿Estamos preparados para un cambio radical en nuestra forma de producir alimentos?
El cambio climático, ese fenómeno que resulta de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, está transformando el clima del planeta a un ritmo alarmante. Esto afecta no solo a las temperaturas globales, sino también a patrones climáticos clave como lluvias y sequías. La «resiliencia de las plantas» se refiere a la capacidad de los cultivos para adaptarse y sobrevivir en condiciones climáticas extremas, incluyendo calor, inundaciones y plagas intensificadas. Es un desafío que involucra tanto la innovación científica como la cooperación internacional para garantizar la seguridad alimentaria.
El cambio climático está llevando los sistemas agrícolas globales al límite, según un estudio publicado en la revista Trends in Plant Science por un equipo internacional de científicos. Silvia Restrepo, presidenta del Boyce Thompson Institute (BTI) y coautora del artículo, lo resume con una advertencia contundente: «Estamos en una carrera contra el tiempo». Las sequías, inundaciones y temperaturas extremas, cada vez más frecuentes, están poniendo en jaque los cultivos que sustentan a la humanidad. Y lo que es peor, las metodologías actuales para desarrollar plantas más resistentes no están avanzando al ritmo necesario.
Además del calor extremo, las plagas y enfermedades se están propagando más rápidamente debido al cambio climático. Esto significa que incluso los cultivos que logran sobrevivir enfrentan nuevas amenazas que pueden reducir significativamente su rendimiento. Como si fuera poco, los investigadores también han identificado que los efectos del cambio climático pueden disminuir la calidad nutricional de los alimentos.
La agricultura, paradójicamente, es a la vez víctima y verdugo en esta crisis climática. Representa aproximadamente el 26% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, lo que refuerza el ciclo de calentamiento global. Sin embargo, solo un 4% del presupuesto mundial para combatir el cambio climático, unos 35.000 millones de dólares anuales, se destina al desarrollo de sistemas alimentarios resilientes al clima.
Los investigadores proponen un plan de acción en cinco frentes:
- Crear iniciativas globales de investigación que unan a científicos de países desarrollados y en desarrollo.
- Estudiar las plantas en condiciones reales de campo en lugar de laboratorios controlados.
- Fomentar alianzas más estrechas entre científicos y agricultores.
- Ganar la confianza pública hacia las tecnologías agrícolas innovadoras.
- Simplificar las regulaciones para implementar soluciones rápidamente.
Andrew Nelson, profesor asociado del BTI y coautor del artículo, subraya que el enfoque actual debe invertirse: en lugar de partir de experimentos de laboratorio para luego intentar aplicarlos en el campo, es crucial entender primero los problemas reales que enfrentan los agricultores.
Este mensaje de urgencia fue destacado en la Primera Cumbre Internacional sobre Resiliencia de las Plantas, organizada por el Plant Resilience Institute. Allí, la coautora Michelle Heck presentó investigaciones innovadoras para prevenir la enfermedad del enverdecimiento de los cítricos, un ejemplo concreto de cómo la ciencia puede abordar problemas agrícolas específicos.
El camino hacia sistemas agrícolas resilientes no será fácil. Requiere un nivel de colaboración sin precedentes entre científicos, agricultores, formuladores de políticas y el público en general. Sin embargo, con medidas decididas basadas en las recomendaciones de este estudio, es posible garantizar una seguridad alimentaria global frente a un clima cambiante.
La próxima cumbre sobre resiliencia de las plantas, programada para 2026, será otra oportunidad para avanzar en esta misión esencial para la supervivencia de la humanidad.
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