En Australia han utilizado casi de todo, desde palos de golf hasta la gasificación con CO2, para tratar de acabar con la plaga de una especie venenosa de sapos que infesta el país. Pero no ha habido forma. Ahora, investigadores de la Universidad de Sydney han dado a conocer un método que podría ser la solución: la comida de gato.
Según estos científicos, depositar unas cuantas cucharadas del preparado alimenticio para felinos en los estanques atraería a las feroces hormigas carnívoras australianas, inmunes al veneno de los sapos. De esta manera, podrían atacar a las crías a medida que surgieran del agua. Los resultados de la investigación se publican en el Journal of Applied Ecology.
El sapo de la caña se introdujo en Australia desde Hawaii en 1935 en un intento fallido para controlar los insectos en las plantaciones de caña de azúcar. Los sapos crían rápidamente, y su población de millones de ejemplares son ahora una amenaza para muchas especies de este continente.
Redacción QUO
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