En junio de 2018, tuvimos la oportunidad de conocer la historia del británico de 45 años Andrew Wardle. Se gastó la friolera de 56.000 euros para pasar por una cirugía de 10 horas y lograr que un equipo de médicos le reconstruyera un pene artificial “biónico”. Para ello, usaron piel y músculo de su brazo izquierdo y una vena de su pierna derecha. También le implantaron una bomba en el escroto de tal forma que activase un depósito de agua salina que tenía en el abdomen y que causaba la erección.
Seis semanas después de que le creasen este nuevo miembro viril, tuvo su primera relación sexual. Perdió la virginidad con su novia de hacía 6 años y todo funcionó de maravilla. Hasta Wardle presumía de lo absurdamente grande que era su nuevo pene. Pero unos días después comenzó a tener fiebre y vómitos. ¿Podría ser por culpa de su nuevo compañero de andanzas? Él y su pareja creyeron que se trataba de un virus y lo dejaron pasar, pero su novia acabó encontrándolo inconsciente en el suelo de su casa días después.
Este desvanecimiento acabó por convertirse en algo peor: entró en coma durante 5 días. Tras varios análisis comprobaron que no se trataba de su nuevo pene, sino que había tenido un problema con su vesícula biliar. Tras una operación por laparoscopia, se ha recuperado, y ahora se muestra aún más positivo de la oportunidad que tiene de seguir viviendo. De hecho, incluso se plantea la posibilidad de tener hijos.