Por su composición, la menta es muy apreciada para mantener la higiene bucal y para refrescar las vías respiratorias. Facilita la expulsión de la mucosidad, es un potente descongestionante y un eficaz antitusivo natural. Lo que ahora ha descubierto un equipo de médicos de la Universidad Médica de Carolina de Sur es que la menta podría utilizarse también para pacientes con trastornos del esófago.
Muchas personas sienten un dolor repentino en el pecho y dificultad para tragar la comida. Si no hay evidencia de causa cardíaca, el malestar podría proceder del esófago y, de acuerdo con las pruebas que estos científicos han realizado a sus pacientes en un estudio piloto, podrían mejorar sus síntomas gracias a la menta. Los participantes fueron reclutados en el Centro de Enfermedades Digestivas de Salud MUSC, en Carolina del Sur.
«El aceite de menta es un agente establecido en el tratamiento del síndrome del intestino irritable. Tratamos de examinar su efecto en pacientes con problemas de deglución y dolor torácico sin causa aparente», dice Mohamed Khalaf, investigador en este centro y coautor del estudio. Sus hallazgos sugieren que la menta puede ayudar a prevenir estos síntomas relajando el músculo liso en el esófago inferior.
Una opción barata
Se sabe que el aceite de menta tiene efectos terapéuticos en múltiples trastornos debido a sus propiedades relajantes musculares, pero solo dos estudios anteriores han investigado su papel en el tracto digestivo superior. El estudio de MUSC encontró que los pacientes que tomaron tabletas de aceite de menta antes de comer se sintieron mejor después de las comidas. Las personas con dolor torácico no cardíaco y dificultad para tragar sin obstrucciones son las que observaron mayores beneficios. El 73% dijo sentirse mejor.
Los autores aconsejan que, ante cualquier dificultad o dolor de pecho, los pacientes deben ser examinados por un médico para descartar una enfermedad cardíaca antes de recurrir a la menta como tratamiento de primera línea. Si bien los resultados preliminares de este estudio son prometedores, deben confirmarse en un ensayo que compare los resultados en pacientes que reciben una dosis específica de aceite de menta y en aquellos que reciben solo un placebo. “Dado el perfil de seguridad, el bajo costo y la disponibilidad generalizada, no hay riesgos por el uso empírico del aceite de menta”, dice Khalaf.