El Tribunal Supremo de Estados Unidos de Estados Unidos acaba de sentenciar que el ADN de los seres humanos no es susceptible de ser patentado. Pero, ¿qué pasa con el ADN sintético? La restricción estadounidense no afecta a las copias obtenidas mediante técnicas de laboratorio. Se mantiene, pues, abierta la vía para nuevos campos de investigación.
La diferencia entre uno y otro es sustancial. El ADN celular es el que se encuentra en las células de nuestro organismo. Procede de la herencia que hemos recibido de nuestros padres.
La sentencia recoge que el ADN sintético no es un producto de la naturaleza, y aunque pueda contener la misma información para la codificación de proteínas que el ADN celular, no contiene algunas de las regiones presentes en el gen original. Para su obtención se parte del ARN mensajero (ARNm), es decir, del ácido ribonucléico que contiene toda la información genética y que determina la manera en la que se ordenarán los aminoácidos de las proteínas. En realidad, sería una copia incompleta del ADN celular a la que le falta parte de la información genética, de la composición de nucleótidos.
Este ADN sintético obtenido a partir del ARNm (denominado ADN complementario) es utilizado por los científicos como medio para estudiar la función de los genes con repercusión en las proteínas que tienen alguna función dentro de las células.
Se puede manipular, modificar y ayudarnos a desarrollar herramientas para ayudar en el diagnóstico de mutaciones de otros pacientes distintos”, explica Félix Gómez, profesor de la Escuela de Doctorado e Investigación de la Universidad Europea de Madrid. Pero su recorrido en el campo del diagnóstico es corto por los altos costes. Hay otros sistemas más eficaces como la secuenciación masiva o la secuenciación directa de los genes. Donde sí tendrá mucha importancia es para clonar los genes y tratar de encontrar las funciones que estos genes llevan a cabo dentro del organismo.