Puede que lo que no te mata, no te haga más fuerte, pero sí podría curarte. Cada vez más científicos destacan el valor de los venenos como potencial fuete de agentes medicinales. Pese a ello, todavía no existía una base de datos que recogiera todas las toxinas animales conocidas y sus efectos fisiológicos en los seres humanos.
VenomKB, abreviatura de Venom Knowledge Base (Base de Datos de Venenos), es un emprendimiento de expertos de la Universidad de Columbia que resume los resultados de 5.117 estudios de la literatura médica que describen el uso de toxinas como analgésicos y como tratamientos para enfermedades como el cáncer, la diabetes, la obesidad y la insuficiencia cardíaca. En total hay unos 42.723 señalados efectos en el cuerpo, pero solo se hace uso de una pequeña fracción de las toxinas documentadas, los investigadores esperan que el catálogo estimulará el descubrimiento de nuevos compuestos y tratamientos médicos.
«Con esta lista podemos hacer un balance de lo que sabemos sobre los venenos y sus efectos terapéuticos” – señaló Nicholas Tatonetti, profesor asistente de informática biomédica en la Universidad de Columbia, responsable del Venom BK y miembro del Instituto de Ciencia de Datos – La pregunta ahora es: ¿Cómo podemos utilizar esta información con otras bases de datos para descubrir nuevos compuestos y terapias?”.
Cuatro especies reúnen el 18% de todos los venenos con propiedades médicas: la serpiente Calloselasma rhodostoma, los sapos del género Bombina, el monstruo de Gila (Heloderma suspectum)y caracóles del género Conus. Los resultados han sido publicados en la revista Nature.
La base se creó a partir de 22 millones de artículos de investigación médica, de los cuales 5.117 estaban relacionados con venenos.
La capacidad de las toxinas para curar está, paradójicamente, ligada a su rápida acción. Se encuentra en más de 173.000 especies y han evolucionado durante millones de años para afectar a moléculas muy precisas.
Al imitar o alterar cómo estas toxinas actúan sobre las células humanas, los investigadores pueden desarrollar fármacos que inhiban el dolor o traten enfermedades, a menudo con menos efectos secundarios que los de los fármacos que ya están en el mercado.
Juan Scaliter
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