La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que a nivel mundial hay entre 130 y 150 millones de personas con Hepatitis C crónica. Y cada año mueren 700.000 por problemas hepáticos derivados de esta enfermedad para la que no hay vacuna pese a los esfuerzos de los expertos por desarrollar una.

Ahora, un grupo de científicos del Instituto de Investigación Scripps (TSRI) ha descubierto por qué resultaba tan difícil producirla. El primer paso fue realizar un mapa molecular de la estructura de la proteína E2, que envuelve el virus y también del receptor donde se une a las células hepáticas, conocido como CD81bs. Este último es determinante en cuanto a la habilidad de la hepatitis para infectar a la célula huésped, pero también ha demostrado ser muy accesible para los anticuerpos y por ello los expertos se habían centrado en él para desarrollar vacunas. El problema, descubrieron los científicos del TSRI, liderados por Mansun Law, es que la proteína E2, en particular en la sección del receptor, es extremadamente flexible y presenta una amplia variedad de formas al sistema inmune que los anticuerpos no pueden neutralizar.

“Debido a esta flexibilidad – explica Law en un comunicado – utilizar esta proteína en las vacunas puede que no sea el mejor camino. Quizás sea posible diseñar una versión que sea menos flexible para obtener una mejor respuesta en el sitio adecuado y no tantas respuestas fuera de objetivo”. El estudio ha sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Juan Scaliter