Según la Academia Americana de Pediatría (AAP), los bebés deberían dormir en la misma habitación que sus padres los primeros seis meses (e incluso el primer año), eso sí, respetando su espacio y no en la misma cama.

Estas nuevas directrices de la AAP implican un llamamiento a los padres para que valoren la importancia de esta decisión, que no es baladí. Según el doctor Paul Jarris, «compartir la habitación tiene mucho sentido». Además, «puede reducir el riesgo de muerte súbita en un 50%«.

La afirmación es bastante coherente. Tener el bebé cerca permite una monitorización más sencilla y poder calmarlo o alimentarlo según sus necesidades. Además, «dado que el bebé está próximo a los padres, estos podrían notar cualquier problema con más rapidez«.

Los científicos también reconocen la importancia de que los bebés tengan su propio lugar para dormir dentro de la habitación de los padres, como una cuna, pero nunca otro tipo de superficie como un sofá o un sillón. Tampoco es recomendable que los recién nacidos duerman en la misma cama que sus padres. «Se puede llevar a los bebés a la cama para alimentarlos», pero nada más.

También se recomienda a las madres que amamanten a sus hijos en la cama, que eliminen almohadones o cualquier otro objeto que pueda asfixiar al bebé si se quedan dormidas. Según los datos, en Estados Unidos fallecen en torno a 3.500 bebés por este hecho.

Otras recomendaciones de seguridad de la AAP son poner al bebé boca arriba en una superficie firme, mantener las mantas, almohadas o juguetes blandos fuera de la cuna y no exponer al bebé a sustancias como el alcohol, el tabaco o drogas ilegales.

Fuente: CNN

Redacción QUO