Siempre se ha dicho que la presencia de los gatos no es buena para las embarazadas. ¿La causa? Un parásito llamado Toxoplasma gondii que se encuentra en las heces de este animal. Existen evidencias de que, si se transmite a una mujer en estado, puede afectar al embrión, provocando abortos o incluso malformaciones. Pero, también se creía que si dicho organismo infectaba a niños, podía provocar que estos desarrollaran en la edad adulta comportamientos tales como la esquizofrenia, el trastorno obsesivo-compulsivo y otros problemas de salud mental.
Pues bien, ahora, una nueva investigación realizada por especialistas del University College London Psychiatry, ha desmentido el último punto, dejando claro que no existe ninguna relación entre el parásito y los trastornos mentales.
El resultado del estudio es de lo más tranquilizador para los padres que, a partir de ahora, pueden dejar jugar a sus hijos con un gato sin mayor preocupación que la posibilidad de que se lleven algún arañazo.
Eso sí, la autora del estudio, la doctora Francesca Solmi, advierte que el parásito sigue siendo una amenaza para las mujeres embarazadas, a las que recomienda no manipular nunca las cajas de arena que contienen las heces de las mascotas.
Fuente: LiveScience.
Vicente Fernández López
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