Los genes tienen mucho que decir en los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia y la bulimia, que afectan a alrededor de 30 millones de americanos.
Un estudio presentado en la revista Plos One señala hasta 430 genes que presentan alteraciones respecto a personas que no padecen ningún tipo de trastorno de la conducta alimentaria.
En el caso de las personas con patologías que se relacionan con atracones como la bulimia muchos de los genes alterados tienen que ver con neuropéptidos que regulan el apetito, la ingesta y la absorción de nutrientes, como por ejemplo la neurotensina, el péptido similar a glucagón 1 (GLP1) o el BDNF.
Por el contrario, en las personas que padecían un trastorno alimentario restrictivo, como la anorexia, los genes afectados estaban relacionados con vías asociadas a la inflamación y al sistema inmune.
Estos hallazgos complementan otros resultados de investigaciones a partir de las cuales se ha propuesto que la genética puede tener un peso importante, de hasta un 50-80% en este tipo de enfermedades.
A pesar ello, cabe reseñar que los trastornos alimentarios, como muchas otras patologías, no se pueden explicar sin tener en cuenta la interacción entre los genes y el ambiente. En este sentido, también se han encontrado circunstancias como la restricción alimentaria severa como un factor precipitante a la hora de padecer este tipo de enfermedades.
Redacción QUO
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