Un estudio liderado por Didier Raoult, que fomentó el uso de hidroxicloroquina, es retirado tras más de cuatro años de controversias
En los primeros días de la pandemia, la hidroxicloroquina, un medicamento utilizado para tratar la malaria, emergió como una posible solución para el COVID-19. Este optimismo inicial se basó en estudios de laboratorio y pequeños ensayos clínicos que sugirieron un efecto positivo. Sin embargo, investigaciones posteriores desmintieron estas afirmaciones, evidenciando que el medicamento no ofrecía beneficios significativos contra el virus.
La reciente retractación de un estudio que promovía la hidroxicloroquina (HCQ) como tratamiento contra el COVID-19 ha vuelto a encender el debate sobre la ética y la integridad en la investigación científica. Este estudio, liderado por el microbiológico francés Didier Raoult, fue publicado en marzo de 2020 en el International Journal of Antimicrobial Agents. Desde su publicación, recibió más de 3,400 citas, convirtiéndose en el segundo estudio más citado jamás retirado. Sin embargo, las críticas por deficiencias metodológicas y falta de aprobación ética surgieron casi de inmediato.
El informe de retractación, emitido el 17 de diciembre de 2023 por Elsevier y la Sociedad Internacional de Quimioterapia Antimicrobiana (ISAC), señaló que no pudieron confirmar si el estudio cumplía con los requisitos éticos necesarios antes de que los participantes se unieran a la investigación. Además, hubo dudas sobre el manejo de los datos, incluyendo si todos los participantes habían sido incluidos a tiempo para el análisis.
Tres de los coautores solicitaron que se eliminara su nombre del estudio, citando preocupaciones sobre los métodos empleados. Sin embargo, cinco coautores, incluido Raoult, se opusieron a la retractación, argumentando que no existían problemas éticos ni violaciones a la integridad científica. Raoult, quien se retiró como director del Instituto Mediterráneo de Infecciones en Marsella (IHU) en 2022, ha estado en el centro de múltiples controversias científicas, acumulando hasta ahora 28 estudios retractados.
Los problemas éticos y el impacto de la desinformación
El entusiasmo inicial por la hidroxicloroquina como posible «cura milagrosa» se amplificó gracias a la influencia de figuras públicas como el expresidente de EE. UU., Donald Trump, quien calificó los hallazgos del estudio como un “game changer”. Esta promoción impulsó a varios países, incluyendo EE. UU., a aprobar el medicamento para tratar infecciones por COVID-19, desviando recursos valiosos de investigaciones más prometedoras.
Sin embargo, investigadores como Elisabeth Bik, especialista en integridad científica, destacaron rápidamente fallos importantes en el estudio. Entre las principales críticas se encontraban la falta de aleatorización de los participantes, posibles diferencias en las características de los grupos de control y tratamiento, y la ausencia de un protocolo ético claro. Estos problemas no solo cuestionaron la validez del estudio, sino que también reflejaron una preocupante falta de rigor en un momento crítico.
En 2020, investigaciones adicionales demostraron que la hidroxicloroquina no era efectiva contra el COVID-19. A pesar de esto, el IHU continuó publicando estudios que defendían su uso, algunos involucrando hasta 30,000 participantes. En los años siguientes, informes de organismos regulatorios franceses denunciaron violaciones éticas en múltiples proyectos del IHU, incluyendo estudios sobre enfermedades infecciosas no relacionadas con COVID-19.
Retracción tardía y sus implicaciones
A pesar de las múltiples señales de alarma, el proceso de retractación del estudio tomó más de cuatro años. Ole Søgaard, médico especialista en enfermedades infecciosas en Dinamarca, criticó la demora y señaló que este retraso podría haber afectado el desarrollo de tratamientos efectivos contra el COVID-19 en los momentos más críticos de la pandemia.
El caso de Raoult y el IHU pone de manifiesto la importancia de los mecanismos de supervisión en la investigación científica. Hasta la fecha, el IHU acumula 32 estudios retractados y 230 investigaciones con expresiones de preocupación. Para la comunidad científica, estas cifras representan un recordatorio urgente sobre la necesidad de reforzar los estándares éticos y metodológicos en la ciencia, especialmente durante emergencias sanitarias globales.
En retrospectiva, la retractación de este estudio puede verse como un paso hacia la restauración de la confianza en la ciencia, aunque llega demasiado tarde para evitar las consecuencias negativas que su publicación inicial provocó.
REFERENCIA