El soldado Jaume nos espera en la barrera de acceso al acuartelamiento General Cavalcanti, cuartel general de la Brigada de Sanidad del Ejército. Unos 300 metros después, abre la puerta de la historia menos conocida de los militares españoles: la de su cuerpo médico y sanitario, llena de inventos y hallazgos científicos que después se han exportado a hospitales civiles de todo el mundo.
Gira el pomo, entramos y nos presenta al subteniente que guarda y conserva el pequeño pero mimado museo de artilugios sanitarios de campaña, y que abarca desde antes de la Guerra de Cuba (1895-1898) hasta misiones de paz más recientes como la de la antigua Yugoslavia (1995-2013).
Le pillamos ocupado, envolviendo con mimo sus mejores piezas para enviarlas a la exposición Sanidad militar española: historia y aportación a la ciencia, que ya se puede visitar en el Parque de las Ciencias de Granada hasta marzo de 2015. Una de las que ya están empaquetadas es mundialmente conocida: “Es el primer equipo de rayos X portátil que existió”, cuenta con orgullo a Quo Manuel Guiote, comisario de la exposición y general jefe de la Brigada de Sanidad. Lo diseñó el radiólogo militar Mónico Sánchez (1880-1961), quien redujo lo que hasta entonces era un mueble a una pequeña maleta. Era tan útil que “madame Curie compró 60 equipos así para el Ejército francés en la I Guerra Mundial”.
Curar y combatir a la vez
El alto mando nos explica muy gráficamente que: “En campaña, lo mejor es enemigo de lo bueno. Nosotros tenemos que llevar equipamiento que podamos transportar y usar”, lo demás es un estorbo. Sobre todo, porque “además, tenemos la obligación de mantener y defender el puesto; somos también una fuerza armada”, recuerda.
Otra de las aportaciones de la sanidad militar a la ciencia ahorra muchos dolores aún hoy a las parturientas, según menciona el comisario: “La anestesia epidural la inventó el capitán médico Fidel Pajés (1886-1923), quien la ideó como técnica de sanidad de guerra en 1921, en la Guerra de África”.
Y también “salvó más vidas que la penicilina” un ingenioso método para conservar el plasma de las transfusiones. “Los soldados morían después porque el plasma estaba infectado. Pero alguien pensó en conservarlo en camiones de pescado porque eran isotérmicos”, y así nacieron en la Guerra Civil (1936-1939) los camiones similares a los cisterna que conservan la sangre. Otro gran invento fue el camión de desinfección de ropa, que evitaba las epidemias.
La exposición de Granada abarca mucho más: cinco siglos en los que “la sanidad militar española ha sido un reflejo de la sociedad civil: a veces luces y a veces sombras”, confiesa el general. ¿Y hoy? ¿Cómo se entrenan si no estamos en ninguna guerra?, le preguntamos: “En las misiones de mantenimiento de la paz practicamos. Pero también el personal militar hace guardias con el SAMUR. Hay mucha transferencia de conocimiento en las dos direcciones”. En general, “estamos a la altura de los mejores: EEUU, Reino Unido y Francia”, añade Guiote con orgullo, antes de que Jaume vuelva a por nosotros para finalizar la visita con estricta puntualidad militar.
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