Es probable que no existan muchas cosas que produzcan más repugnancia que los parásitos. La idea de que un organismo ajeno invada nuestro cuerpo es algo que nos repele profundamente. Y con razón, ya que algunos de ellos provocan enfermedades realmente extrañas y dolorosas.

Echinoccus granulosus

 El nombre suena gracioso, pero el bicho provoca de todo menos risa. Se contagia a través del agua contaminada por heces de perros, y se aloja en los pulmones. Una vez allí, crece hasta formar unos quistes de gran tamaño que, al poco tiempo, revientan, inundando  el organismo de más parásitos. Los restos de los quistes se expulsan al toser, y tienen un aspecto parecido al de la piel de las uvas.

 

Naegleria

También conocida como ameba comecerebros. Vive en aguas cálidas y, cuando infecta a una persona, penetra hasta su cerebro, y lo va devorando poco a poco hasta causar la muerte del paciente.

Loa loa

 A esta lombriz (algunos de cuyos ejemplares pueden llegar a medir hasta 7 centímetros) se la llama también gusano de ojo. El motivo es que una vez que ha infectado a una persona, tiene la costumbre de moverse por todo el organismo y, en algunos casos, se la puede ver claramente en el globo ocular de la persona.

 

Wuchereria bancrofti

 Esta insignificante lombriz es la causante de una desagradable enfermedad, la elefantiasis, provocada por la acumulación de líquido linfático en la extremidades. Pero, además, en algunos casos, el parásito tiene la costumbre de alojarse en los genitales de su huésped masculino, lo que provoca que los testículos de paciente se hinchen de forma monstruosa.