Una bacteria con propiedades para tratar la depresión acaba de ser patentada por el CSIC. Hablamos con la investigadora que ha dado con ella
El equipo de Yolanda Sanz, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC), busca entre cientos de bacterias las que tienen propiedades farmacológicas, y han dado con una gran productora de serotonina, Christensenella minuta.
¿Cómo habéis dado con una bacteria con propiedades para tratar la depresión?
“Nosotros trabajamos dentro del proyecto MyNewGut con una gran colección de bacterias intestinales, unas 300 bacterias distintas. Y valoramos cuáles son sus propiedades. En concreto, buscamos bacterias con propiedades neuroactivas, es decir, que produzcan neurontrasmisores, como la serotonina, y la bacteria Christensenella minuta es una de las mejores productoras.
¿Cómo lo hacéis? ¿Cómo observáis que una bacteria produce serotonina?
Primero lo vemos en cultivos in vitro en laboratorio. Cultivamos las bacterias individualmente y luego analizamos por espectrometría de masas si se producen estos neurotransmisores.
Hasta el 90 por ciento de la serotonina se origina en el intestino
¿Y buscabais específicamente bacterias que produjeran serotonina?
Sí, ya sabemos que la serotonina tiene que ver con la depresión, así que buscamos bacterias que la produjeran. La serotonina es uno de los principales neurotransmisores implicados en la regulación de nuestro estado de ánimo. Y en este caso la relación es muy directa. Ya se sabe que algunas bacterias producen neurotransmisores, o bien regulan la producción de neurotransmisores de un organismo hospedador, que en este caso somos los humanos. Hasta el 90 por ciento de la serotonina se origina en el intestino, es decir en tejidos periféricos, no en el sistema nervioso central.
¿Cómo se va a poder suministrar esta bacteria? ¿En los yogures?
La forma de suministrar las bacterias está en manos de la empresa que lo desarrollará, LNC Therapeutics, una empresa biotecnológica francesa. Seguramente a modo de cápsula, más que en yogures o en productos alimenticios. Esperamos que haya píldoras que contengan la bacteria para tratar la depresión.
¿Lo habéis probado ya en humanos?
De momento hemos hecho ensayos en animales. Y hemos probado que cambia el comportamiento depresivo en ratones a los que se somete a estrés social crónico. Por supuesto, hay que acabar haciendo estudios en humanos para demostrar la efectividad antes de que se desarrolle el fármaco.
Sometemos a los ratones a lo que sería bullyng en humanos
¿Cómo es posible ver un ratón con síntomas de depresión?
Pues hay diversos modelos para probarlo. En este caso hemos utilizado el modelo de estrés social. Se somete al ratón al encuentro con otro ratón agresivo cinco minutos al día. Son especies de ratones entrenados para que sean agresivos. De ese modo, el ratón que está en evaluación está sometiendo a estrés, y sufre lo que llamamos una derrota social, porque acaba atemorizando. El protocolo dura 10 días y el ratón acaba sometido y con síntomas de depresión. Es algo similar a lo que sería el bullyng en humanos.
En el pasado utilizábamos el modelo de estrés social por separación materna. En este caso lo que hacemos es separar a los recién nacidos de sus madres entre una hora y tres horas al día, repetidamente, hasta que se produce el destete. Esto también les crea un estado depresivo que podríamos asimilar al producido por un trauma infantil.
¿Y si previamente consumen esta bacteria, no se deprimen?
Una de las cosas que hemos visto en el modelo animal es que Christensenella minuta atenúa la respuesta patológica al estrés crónico. La respuesta al estrés puntual o agudo es una respuesta fisiológica protectora que nos ayuda a afrontar situaciones de peligro, pero si se prolonga en el tiempo, se puede producir una desregulación de la respuesta fisiológica y convertirse en patológica, causando por ejemplo depresión. Si ese estrés se mantiene de forma sostenida, esto conduce a una sobreproducción constante de cortisol en humanos (en los ratones corticosterona) que nuestro organismo no es capaz de restablecer y se alteran otras funciones como la del sistema inmune, provocando inflamación. También se altera la composición de la microbiota intestinal y el sistema colapsa. En los casos de depresión el organismo acaba siendo incapaz de recuperar la normalidad. Estos son parte de los mecanismos biológicos que subyacen al desarrollo de una depresión.
Y cuando les dais la bacteria, ¿estos niveles regresan a la normalidad?
Lo que vemos es qué en ante el estrés, el grupo de ratones que ha tomado Christensenella minuta reacciona mejor y se reduce la producción sostenida de corticosterona y los signos de depresión en los test de comportamiento. En este grupo, después del estrés sostenido los niveles de corticosterona vuelven a la normalidad, lo que indica que se ha gestionado bien el estrés y habremos puesto freno a lo que podría desencadenar un estado de depresión
Y, entonces, ¿para cuándo la pastilla de bacteria?
Podemos pensar que podría desarrollarse en un año o año y medio, aún queda trabajo de investigación por delante. El objetivo es dar un poco de luz en un problema tan profundo como es la depresión, y la bacteria que acaba de patentar el CSIC Christensenella minuta es una nueva esperanza.
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