Células dañadas en nuestro organismo que se resisten a morir y se convierten en «zombies» que dañan nuestra salud y acortan nuestra vida
El estudio del envejecimiento ha fascinado a la ciencia durante siglos. A medida que avanzamos, un concepto ha ganado atención por su papel crucial en este proceso: las células senescentes. A menudo referidas como células «zombie», estas células han dejado de dividirse pero resisten la muerte celular, acumulándose en nuestros tejidos y contribuyendo al envejecimiento y diversas enfermedades.
Las células entran en un estado de senescencia como respuesta a diversas formas de daño o estrés, como la disfunción telomérica, el daño al ADN, y la activación oncogénica. Este mecanismo inicialmente sirve como una barrera contra el cáncer, impidiendo que las células dañadas se dividan. Sin embargo, estas células no desaparecen; en lugar de eso, secretan una variedad de moléculas proinflamatorias conocidas colectivamente como el fenotipo secretor asociado a la senescencia (SASP, por sus siglas en inglés), que puede tener efectos perjudiciales en el tejido circundante.
La acumulación de células senescentes está vinculada con varias características del envejecimiento y enfermedades relacionadas con la edad, como el deterioro funcional de órganos, la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, y condiciones neurodegenerativas. El SASP contribuye a un entorno inflamatorio crónico, promoviendo la disfunción tisular y la degeneración.
Estudios iniciales, incluyendo el trabajo pionero de Elizabeth Blackburn, Carol Greider, y Jack Szostak, quienes ganaron el Premio Nobel por su descubrimiento de cómo los telómeros protegen a los cromosomas, sentaron las bases para entender la relación entre la senescencia celular y el envejecimiento.
Investigaciones realizadas en ratones han demostrado que la eliminación de células senescentes puede prolongar la vida útil y mejorar la salud general. Un estudio clave publicado en «Nature» en 2014 por Jan van Deursen y su equipo mostró que la eliminación genética de células senescentes retrasó la aparición de patologías relacionadas con la edad.
Los senolíticos son fármacos que pueden inducir selectivamente la muerte de células senescentes. Investigaciones recientes se han centrado en identificar y probar senolíticos, con algunos estudios preliminares en humanos indicando su potencial para tratar enfermedades relacionadas con la edad y mejorar la salud y la función en personas mayores.
A medida que avanzamos, el desafío radica en traducir estos hallazgos a terapias efectivas para humanos. La identificación de biomarcadores específicos de la senescencia es crucial para el desarrollo de intervenciones precisas. Además, es esencial comprender mejor el papel de la senescencia en diferentes tejidos y contextos patológicos para diseñar estrategias terapéuticas que mejoren la salud y la longevidad sin comprometer las funciones protectoras de estas células.
Las células senescentes son actores clave en el drama del envejecimiento y la enfermedad. Aunque originalmente evolucionaron como un mecanismo de protección contra el cáncer, su acumulación con el tiempo contribuye a la disfunción tisular y al desarrollo de enfermedades relacionadas con la edad. La investigación en este campo está abriendo nuevas vías para intervenciones que podrían retrasar el envejecimiento y mejorar la calidad de vida en nuestras últimas décadas. A medida que profundizamos en el entendimiento de estas células «zombie», nos acercamos a desvelar los secretos de la longevidad.
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