Los investigadores advierten que el consumo de refrescos azucarados no solo engorda, también está detrás de las epidemias globales de salud pública
Los refrescos azucarados, presentes en las dietas de todo el mundo, son bebidas que contienen grandes cantidades de azúcar añadido. Una sola lata de coca cola contiene 39 gramos de azúcar, el equivalente a seis sobres de azúcar para el café, o diez cucharaditas. Su consumo habitual está asociado a picos de azúcar en sangre, resistencia a la insulina y problemas metabólicos, contribuyendo significativamente a la aparición de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, dos de las principales causas de muerte global.
Un reciente estudio publicado en Nature Medicine por científicos de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de la Nutrición de la Universidad de Tufts ha revelado un alarmante impacto de las bebidas azucaradas en la salud global. Según los investigadores, cada año el consumo de estas bebidas genera 2,2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 y 1,2 millones de nuevos casos de enfermedades cardiovasculares a nivel mundial.
Los efectos son particularmente devastadores en los países en desarrollo. En África Subsahariana, las bebidas azucaradas contribuyen al 21% de los casos nuevos de diabetes. En América Latina y el Caribe, la cifra asciende al 24% en diabetes y supera el 11% en enfermedades cardíacas. Colombia, México y Sudáfrica figuran entre los países más afectados: en Colombia, el 48% de los casos de diabetes son atribuibles a estas bebidas; en México, un tercio de los casos de diabetes está vinculado a su consumo; y en Sudáfrica, las bebidas azucaradas generan el 27,6% de los casos nuevos de diabetes y el 14,6% de los de enfermedad cardiovascular.
Estas bebidas son rápidamente digeridas, lo que provoca aumentos repentinos en los niveles de azúcar en sangre y un impacto metabólico adverso. Según el Dr. Dariush Mozaffarian, autor principal del estudio y director del Instituto Food is Medicine, las comunidades de ingresos bajos y medios están especialmente en riesgo porque carecen de recursos para manejar las graves consecuencias de salud a largo plazo.
El estudio también señala que el acceso y el consumo de estas bebidas aumentan con el desarrollo económico y el incremento de ingresos en los países. Los hombres y los adultos jóvenes son los grupos más afectados. La investigadora principal, Laura Lara-Castor, subraya la urgencia de aplicar intervenciones basadas en evidencia para frenar esta crisis, como campañas de salud pública, regulaciones sobre publicidad y la imposición de impuestos a estas bebidas.
Países como México ya han comenzado a actuar. En 2014, el gobierno mexicano introdujo un impuesto a las bebidas azucaradas, y los primeros datos muestran una reducción en su consumo, especialmente entre los grupos de menores ingresos. Sin embargo, Mozaffarian advierte que estas medidas, aunque prometedoras, no son suficientes. «Se necesitan esfuerzos globales más contundentes, especialmente en América Latina y África, donde las consecuencias de salud son especialmente graves», afirmó.
La investigación resalta la necesidad de un enfoque integral que aborde no solo el consumo, sino también las raíces sociales y económicas que lo perpetúan. Sin acciones urgentes, advierten los autores, las cifras seguirán creciendo, recortando vidas y generando una carga insostenible para los sistemas de salud de todo el mundo.
REFERENCIA
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