El 1 de mayo de este año se abrirán las puertas de la Expo Shangai 2010 que espera recibir unos 70 millones de visitantes. Y entre ellos contará a Madrid. La capital ha sido una de las 14 ciudades del mundo elegidas entre las 188 que presentaron su propuesta.
Lo interesante de la propuesta madrileña es que lo hará con dos estructuras que ya existen: la Casa de Bambú y el Árbol del Aire. Ambas cuentan con un perfil netamente ecológico en su uso de la energía e igualmente revolucionario en su aspecto arquitectónico.
El pabellón se servirá del sistema District Heating and Cooling para la climatización. Este sistema no genera electricidad mediante una dinamo o alternador, movidos por un motor térmico o una turbina pues en estos casos el aprovechamiento de la energía química del combustible es solo del 25% al 40%, el resto se transforma en calor. Por el contrario recurren a la cogeneración para aprovechar parte de ese calor.
El agua del río Yangtze será el “motor” que ponga en marcha la climatización del pabellón (no hace falta ni gas ni petróleo) a través de un anillo de distribución de agua.
La casa de Bambú estará coronada por una cristalera solar fotovoltaica, que permitirán la entrada de la luz precisa a todo el pabellón desde el mismo cielo. Mientras que a través de una cubierta Intemper se crearán aljibes en los que crecerán plantas que no requieran mantenimiento. Es una forma de recuperar la arquitectura vernácula. Su función es la de aislar acústica y térmicamente y permite un uso lúdico y social de la terraza de los edificios, además de proporcionar un identificador de la vegetación propia del lugar.
Por su parte, el Árbol del Aire es en verdad una instalación temporal y transportable, realizada con materiales reciclables. Su raíz innovadora se puede ver en su “copa”, allí unos captadores de viento introducen aire en los cilindros, las “ramas frías”. El aire es impulsado por un ventilador y atraviesa una nube de agua atomizada, que lo carga de humedad y reduce la temperatura. De ese modo, la sombra que proyecta y su interior se convierten en espacios muy agradables.
Pero dos factores, hacen del Árbol de la Vida algo diferente: un ventilador gigante (de unos 7m de diámetro) que genera corriente de aire sin turbulencia y está provisto de un eje que regulará la posición relativa de las aspas para crear un área de confort. Segundo, dispondrá de turbinas eólicas de tamaño reducido que representan una apuesta del futuro de la energía eólica en entornos urbanos. Estas mini turbinas son prototipos experimentales, cada una diferente, y durante la expo se realizara un experimento para ver cual de los diseños es más eficiente.
Redacción QUO
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