En cambio, en Italia, un país similar en cuanto a valores, los hombres se ofenden más si se duda de su propia virilidad. Te vas a los Países Bajos, una nación más individualista, y se ven con malos ojos las alusiones al éxito social. Pero siendo un país poco machista y más bien liberal, en cambio, a los oriundos no se les caen de la boca los insultos referentes a prostitución, a órganos genitales y a costumbres sexuales de cada cual. ¿Y en España? Aquí el gran ganador es “cabrón” o “cabronazo”, porque hace diana en el honor familiar (y por lo tanto, del aludido), mella la hombría del cornudo, que no es capaz de imponerse, y mancha de paso el nombre de una mujer. Pero hay que decir que el trabajo de campo del estudio dirigido por Oudenhoven se realizó en la ciudad de Valencia, según nos cuenta la psicóloga española que lo realizó, Carmen Carmona. Y eso, en un país tan diverso culturalmente, puede ser un sesgo importante. Porque, como nos contaba también el gran especialista español del insulto, Pancracio Celdrán, este es: “Trashumante, viaja con el hablante, se mezcla y va variando. Es algo que ha ocurrido mucho en la historia de España: los gallegos llevaban sus insultos a León en la época de siega, Andalucía fue prácticamente colonizada por el insulto castellano, en Cataluña se dio una ósmosis con Aragón…”

El ‘clima insultivo’ español
Son algunas de las conclusiones que este catedrático de Filosofía y Letras, y profesor en varias universidades extranjeras, saca después de recopilar recientemente 10.000 términos españoles en El gran libro de los insultos (véase mapa a la izda.). Según Celdrán: “Solamente las regiones enclaustradas por montañas, como las Vascongadas y Asturias, han desarrollado insultos muy particularistas que incluso se remontan al mundo ibérico”, pero en las demás es posible encontrar variaciones del mismo vocablo adaptadas al lugar. El lingüista destaca Andalucía “por su especial clima insultivo, por su carga emotiva peculiar”, pero no cree que haya muchas diferencias entre regiones españolas en cuanto a la mesura o desmesura en las agresiones verbales, o en cuanto a la temática. Más bien encuentra “una psicología mediterránea común que nos lleva a juzgar el mundo de modo vehemente, sin términos medios”.

Redacción QUO