Las tendencias violentas tienen una base biológica y un escáner de imagen cerebral podría detectarlas en niños de tres años. Esta teoría fue presentada en Washington durante la última reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, la editora de la revista Science).
Sus responsables, los criminólogos Adrian Raine y Nathalie Fontaine, creen que a partir de esta prueba se podrían realizar tratamientos desde temprana edad, de manera que se podrían corregir posibles conductas criminales. Raine, que trabaja en la Universidad de Pennsylvania, ha demostrado que los psicópatas y criminales tienen algunas áreas del cerebro más pequeñas, como la corteza prefrontal y la amígdala, las cuales regulan y controlan las emociones y el comportamiento. También cree que la carencia del miedo al castigo, que se puede medir en los niños antes de que el comportamiento negativo sea evidente, también podría ser un fuerte indicador.
Por su parte, Fontaine, de la Universidad de Indiana, sostuvo en la conferencia que los niños de tan solo cuatro años ya pueden mostrar «rasgos insensibles sin emociones», como la falta de culpa y de empatía, que también podrían sugerir un mal comportamiento futuro. La vinculación de estas características con «problemas de conducta», como las rabietas, podría ser un indicativo de peso para predecir quién podría ser anti-social de adulto.
Según Raine, las terapias para corregir estos comportamientos negativos podrían incluir terapias psicológicas y medicamentos para los problemas de conducta, y una alimentación rica en Omega 3. En opinión de Fontaine, el castigo no funciona necesariamente y que reforzar el comportamiento positivo en vez de castigar el negativo podría ser una solución.
La doctora Fontaine analizó los datos de más de 9.000 gemelos de un estudio sobre mellizos realizado en Inglaterra y Gales entre 1994 y 1996. Las evaluaciones de rasgos crueles, la falta de emociones y los problemas de conducta se basaron en cuestionarios realizados por profesores a niños de siete, nueve y doce años. Por su parte, la información sobre niños de cuatro años se obtuvo de sus propios padres. La experta encontró que había una correlación entre los factores de riesgo a una edad temprana y los comportamientos negativos a una edad mayor.
Redacción QUO
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