El mito del vampiro, tal y como lo conocemos nace en la Europa Central en torno al siglo XVIII. Pero estas criaturas ya aparecen en el folclore de culturas mucho más antiguas. En la antigua Babilonia, por ejemplo, se hablaba de Lilith,un demonio femenino que sobrevivía bebiendo sangre.
Los antiguos romanos también creían en vampiros y en que algunos muertos podrían regresar de sus tumbas.Y una buena prueba de ello acaba de encontrarse en la localidad italiana de Lugnano. Allí se encuentra un curioso cementerio del siglo V, en el que solo se enterraban niños. Los restos de algunos de ellos, fallecidos en el mismo momento de su nacimiento, han aparecido en el interior de ánforas.
Y, ahora, un equipo de investigadores de las universidades de Standford y Arizona ha encontrado los restos de un niño de tres años que llama la atención por varias causas.La primera porque es, hasta la fecha, es el de más edad de todos los que se han encontrado.
Y segundo, porque su cráneo ha aparecido con una piedra introducida en su boca. Algo que se hacía habitualmente con aquellas personas que se consideraban sospechosas de ser vampiros.
Los primeros exámenes han revelado que el cráneo presenta abscesos en sus dientes similares a los que causa la malaria. Anteriormente, otras pruebas habían revelado que algunos de los niños allí enterrados podían haber muerto de esa enfermedad. Así que es probable que los romanos pensasen que este niño había sido el causante de la epidemia.
También se han encontrado junto a los restos del pequeño amuletos y otros objetos vinculados con la brujería.