Siempre se ha dicho que dar es mejor que recibir. Y, ahora, un experimento realizado por un equipo de la Universidad de Chicago, confirma la validez de esa idea.
Los investigadores partieron para su estudio de un concepto conocido como adaptación hedonística. Lo que postula es que cuanto más hacemos algo que nos resulta placentero, menos placer nos produce, porque progresivamente nos vamos acostumbrando a ello.
La adaptación hedonística parece repetirse en todas las acciones y prácticas placenteras. Pero parece ser que hay una que es más inmune a sus efectos: el acto de regalar.
Los investigadores realizaron un experimento con un grupo de voluntarios, a cada uno de los cuales seles entregó diariamente una suma de dinero, y se les ofrecieron dos opciones: gastarlo en lo que quisieran para ellos mismos, o donarlo o dárselo a otra persona.
Al principio, no hubo diferencias entre las sensaciones que experimentaban ambos grupos. Quienes usaban el dinero para comprarse algo, se sentían tan contentos y felices, como quienes preferían donarlo a una causa benéfica, o dárselo a alguien a quien le hiciera falta.
Pero, a partir del quinto día, los autores del estudio notaron que el nivel de satisfacción comenzaba a disminuir en quienes usaban el dinero para su propio beneficio. En cambio, se mantenía estable en quienes habían elegido la opción más altruista.
Fuente: ScienceDaily.