Un estudio publicado en Royal Society Open Science confirma algo que casi todos sospechábamos: que cada vez damos menos las gracias. Pero, contra lo que pudiera parecer, eso no significa que seamos forzosamente más maleducados. Depende de otros muchos factores, incluido el idioma en el que hablamos.

Los investigadores realizaron un experimento con voluntarios que hablaban varios idiomas, entre ellos algunos dialectos indígenas. A todos ellos se les observó mientras actuaban con otras personas y les pedían favores. El experimento se realizó en situaciones cotidianas en las que las personas interactuaban con conocidos suyos y les pedían favores intrascendentes (como pedir que les pasaran la sal), y también en entornos profesionales.

Y los resultados mostraron que la gente era más propensa a dar las gracias cuanto más ajeno era el escenario y el ambiente en el que le hacían el favor. Según los investigadores, la costumbre hace que entre personas conocidas se asume que hay que colaborar, así que el hecho de dar las gracias se reserva para cuando nos hacen favores excepcionales.

Pero el idioma también jugaba un papel importante. Los angloparlantes eran los que más veces daban las gracias (en un 14% de las ocasiones), frente a, por ejemplo, los polacos, que solo lo hicieron un 2% de las veces. Eso no significa que los angloparlantes sean más educados que los polacos, sino que las características de su idioma propician el uso de las expresiones de gratitud. Diríamos que es el idioma el que es menos rudo, no las personas. Por eso, los autores del estudio explican que no hay que confundir la gratitud con el hecho de expresarla y que hay muchas más formas de hacerlo (con una mirada, por ejemplo) que oralmente.

Fuente: Newscientist.

Vicente Fernández López