En junio de 2014, el gobierno chino publicó un documento titulado Planificación para la Construcción de un Sistema de Crédito Social. El proyecto consiste en lo siguiente: analizando el comportamiento de los habitantes del país en internet (su conducta en redes sociales y wearables, las horas que pasan viendo televisión, dónde viven, amistades, historial financiero, etc.) se puntúa a los chinos con una cifra que determina su “credibilidad”.
Los responsables de la puntuación utilizan un complejo algoritmo desarrollado por Alibaba (el gigante chino de internet) que, aunque muy complejo y secreto, se basa en cinco parámetros: historial financiero, cumplimiento de obligaciones, características personales (dirección, número de teléfono, etc.), conducta (por ejemplo hábitos de consumo) y las relaciones interpersonales, sean virtuales o reales. Basándose en ellos, los ciudadanos obtienen una puntuación que oscila entre 350 y 950 puntos.
Tener 600 puntos permite acceder a un crédito, a partir de los 650 es posible alquilar un coche sin pagar fianza, registrarse en hoteles en el área preferente y hacer el control de pasaporte en la zona VIP del aeropuerto de Pekín. A los 750 se logra una visa para la Unión Europea.
Aunque la medida será obligatoria a partir de 2020, ya se ha comenzado a implementar. Y comienzan a verse en el país las primeras consecuencias.
De acuerdo con un informe del Centro de Información de Crédito Público de China, en 2018 se han denegado la compra de 17,5 millones de billetes de avión y 5,5 millones de billetes de tren de alta velocidad a ciudadanos chinos. Los perjudicados forman parte de una lista “negra” de personas que han cometido diferentes delitos. Y sí, la lista ha sido publicada también.
El total de 23 millones en 2018 es un aumento significativo de los menos de 7 millones de billetes (avión y tren) denegados en 2017. Si la proporción se mantiene, en 2020, cuando el sistema de créditos sea obligatorio, la cifra puede alcanzar los 100 millones.