Algunos astronautas aseguran haber visto objetos en movimiento en la superficie terrestre, a unos 250 kilómetros de distancia. Esto equivale a decir que, subido al edificio más alto de Madrid, se ven los coches que serpentean por el desfiladero de Despeñaperros. Pero resulta que uno de los efectos desagradables que estudia la medicina espacial es justo el contrario al descrito por estos astronautas.
En gravedad cero, los líquidos que en la Tierra se concentran en la parte inferior del cuerpo se distribuyen también por la parte superior. La acumulación de fluidos en la cabeza hace que aumente la presión dentro del cráneo. La parte posterior del ojo tiende a aplanarse y eso produce que la visión se haga borrosa.
Afortunadamente para los intrépidos viajeros, el efecto disminuye cuando transcurre cierto tiempo, y entonces pueden llegar a ver el espectáculo de la Tierra con todo detalle.