Puede que pienses en el Álbum Blanco, de los Beatles, que llegó a venderse por más de €700.000 o en My Happiness, de Elvis Presley, que sobrepasó el cuarto de millón de euros. Pero no, el vinilo que deberías comprarte, The Voyager Golden Record, fue editado en los años 1970 y allí figuran estrellas de la talla de Chuck Berry, Louis Armstrong, Bach, Mozart y otros. Puede que no sea el disco más vendido, pero sí se ha escuchado en más lugares del universo que ningún otro.
En 1977, las sondas espaciales Voyager, comenzaron su viaje hacia el infinito. A bordo cada una llevaba dos discos de vinilo en los que se grabaron más de 20 piezas musicales, desde música clásica, rock a interpretaciones de diferentes culturas. También se incluyen saludos en 55 idiomas, la risa de Carl Sagan y una hora de las ondas cerebrales de Ann Druyan (co-creadora de la serie Cosmos, junto a Sagan), durante la cual pensó en nuestro planeta, los problemas de los humanos y cómo es sentirse enamorado, entre otras cosas. También incluyen cientos de fotografías y sonidos del planeta.
El objetivo era enviar un mensaje a cualquier inteligencia alienígena que pudiera encontrarse con los discos. “Somos una especie dotada de esperanza y perseverancia, al menos un poco de inteligencia, generosidad sustancial y un entusiasmo palpable para hacer contacto con el cosmos”, así definió Sagan, director del proyecto, su meta: presentarnos a otros seres vivos para que pudieran tener un atisbo de nuestra cultura, nuestra ciencia…
Se trata de discos de vinilo de 140 gramos de oro translúcido. Incluye un libro a color de 96 páginas que contiene todas las imágenes que viajaron en las sondas Voyager y un ensayo de Timothy Ferris, productor del disco de oro original.
¿Dónde están ahora los discos originales? De acuerdo con la página web de la Nasa, ambas sondas están en el espacio interestelar, de hecho son los únicos objetos realizados por el ser humano que se encuentran en esta región. De modo más concreto están a 145 unidades astronómicas, o UA (la Voyager 1) y 120 UA (la Voyager 2), lo que equivale a decir cuatro veces más lejos que Neptuno.