Que las comparaciones son odiosas se sabe y también que el modo de percibir la vida sexual no corresponde con la realidad. Para muestra, la encuesta que acaba de realizar Ipsos en 37 países diferentes cuya principal aportación es que nos equivocamos de lleno al creer que cualquiera vive el sexo de un modo más fascinante que nosotros.
Una de las preguntas, ineludible en este tipo de cuestionarios, puso el foco de atención en la frecuencia sexual. ¿Cuántas veces a la semana crees que tiene relaciones sexuales tu compañero? La mayoría de los participantes, sobre todo los hombres de 18 a 29 años, sobrestimó la cantidad de encuentros sexuales de los demás. Es más, por costumbre se piensa que cualquiera tiene más en comparación con uno mismo.
Los investigadores les pidieron que adivinaran con qué frecuencia habían tenido relaciones los jóvenes de 18 a 29 años en las cuatro últimas semanas. La estimación promedio fue 14 veces en el último mes. Sin embargo, el número real, de acuerdo con encuestas anteriores, es de solo cinco en Gran Bretaña y cuatro en EEUU, por ejemplo.
«Si hacemos caso a nuestras conjeturas, significaría que, en promedio, los hombres jóvenes tienen relaciones sexuales cada dos días, aproximadamente 180 veces al año; la realidad más cruda es que eso solo sucede alrededor de 50 veces», precisa Bobby Duffy, sociólogo y uno de sus autores.
Y no es lo peor. El hombre se equivoca aún más cuando se le pide que elucubre sobre la vida sexual de las mujeres jóvenes. Sus cálculos -22 veces al mes en Gran Bretaña y 23 en EEUU- contrastan con la humilde realidad: no más de cinco veces. Cuando Duffy trata de analizar tal desajuste, intuye que, al contrario de lo que sucede en otros comportamientos humanos, que nos permiten hacernos una mejor idea de las normas sociales a partir de la observación, nuestra vida sexual transcurre de puertas adentro. “Debido a que no tenemos acceso a mucha información comparativa de la vida real, recurrimos a otras fuentes a las que damos credibilidad: chat en el patio de recreo o en el vestuario, encuestas dudosas, cobertura mediática y pornografía. Estos proporcionan ejemplos extremos y anécdotas poco fiables que distorsionan nuestra visión de la realidad «.
El experto no descarta que haya, además, estereotipos e influencias culturales que alienten a la mujer a restar importancia a la cantidad de hombres con los que se han acostado y, por el contrario, a los hombres a reforzar su propio recuento. Algo que condicionaría los resultados de cualquier cuestionario.